Los madrileños echan de menos al PSOE. La ausencia de una voz nítida que hable de sus problemas y necesidades, que Madrid, como el resto de comunidades del Estado, los tiene, y bien grandes, la están pagando los socialistas con la indiferencia con la que los votantes «premian» las cuitas internas de un PSOE-M que lleva veinte años mirándose el ombligo, incapaz de concurrir a las elecciones autonómicas con una propuesta suficientemente atractiva para poner fin a más de dos décadas de Gobierno del Partido Popular de la Gürtel y la Púnica, que ha convertido lo público -la sanidad, la educación y la dependencia, sobre todo- en un negocio para empresarios cuyo mayor mérito es aparecer en los papeles de Bárcenas.
Es el PSOE de las familias y la mesa camilla que mira, como si no fuera con él, cómo Podemos logró sumar casi 600.000 votos en su primer envite electoral, frente a la pérdida de medio millón de votos de un PP, que aún así, logró mantener la Comunidad de Madrid gracias la irrupción de Ciudadanos (casi 400.000 sufragios) y la desaparición de Izquierda Unida, imbuida también en los peores vicios de su propio braserito. En 2015, con un potente cartel electoral, el más esperanzador en veinte años, el PSOE solo logró aumentar algo más de 21.000 votos respecto de las elecciones autonómicas de 2011.
“De izquierdas, renovado, abierto, activo y comprometido con los madrileños»
Si observamos los pocos sondeos recientes conocidos para Madrid, si hoy se celebraran comicios en la Comunidad, los datos invitan a la desolación. El PSOE pasaría a ser cuarta fuerza política, vería repetido el humillante doble sorpasso de las generales de 2015, y quedaría a ocho escaños de Podemos y cuatro de Ciudadanos. Y lo que es peor, la alianza de gobierno de la derecha, con la que está cayendo, saldría aún más reforzada para dejar el protagonismo de la Oposición al joven Íñigo Errejón.
A todas luces, la ausencia de una identidad propia para el socialismo madrileño sigue siendo el gran lastre del PSOE como alternativa al Partido Popular. Ni el excelente trabajo que el respetado Ángel Gabilondo hace cada día por todos los madrileños sirve para reforzar a un PSOE de Madrid que ni está, ni, por lo que se ve, se le espera.
Ante tal desazonador panorama, lo único novedoso, y mucho, es la fuerza con la que Juan Lobato ha entrado en la carrera por la secretaría general del PSOE de Madrid. Sin padrinos, ajeno al aparato, Lobato sorprendió al registrar los avales necesarios para disputar, de tú a tú, el liderazgo del socialismo capitalino a José Manuel Franco y Eusebio González Jabonero.
Franco se reivindicó este martes como «candidato de Pedro Sánchez», cuando reprochó -en el simulacro de debate celebrado 'vía plasma' en la sede del PSOE-M- que González y Lobato no vinculen sus candidaturas con una postura sobre lo sucedido en el luctuoso Comité Federal que acabo con el primer mandato del Secretario General. Una alusión innecesaria, torpe, casi desesperada, pero bastante clarificadora sobre la entidad que Franco otorga al PSOE de Madrid. Por su parte, González, el candidato que Tomás Gómez anunció por dos veces desde la páginas de La Razón, mantuvo un discurso propio, pero eludió que su candidatura representa un proyecto que ya fracasó electoralmente en 2011, y que no consiguió, y mira que se intentó, que los madrileños vieran en el PSOE de Madrid un partido centrado en sus problemas antes que en las diferencias con la dirección federal. La enemistad manifiesta del proyecto que encarnan Eusebio González y los primeros espadas de Tomás Gómez no hace muy creíble que esta situación fuera a cambiar con el regreso del tomasismo al puente de mando del socialismo madrileño.
«Con seriedad, con responsabilidad y con lealtad. Pero en cumplimiento de los Estatutos y de las resoluciones del 39 Congreso»
Es en ese contexto en el que Juan Lobato se presenta con un sólido programa, muy completo y detallado en todas las áreas, que sin duda representa fielmente los valores que se suponen a las bases del nuevo PSOE surgido tras el 39 Congreso.
Lobato entiende que los debates federales deben quedar en el ámbito federal, y propone lo que los madrileños echan en falta desde hace más de dos décadas: un PSOE para Madrid. “De izquierdas, renovado, abierto, activo y comprometido con los madrileños»; con una solida implantación territorial. Un modelo de partido que Lobato ya ha liderado con éxito en la agrupación de Soto del Real, el municipio del que es el primer alcalde socialista en más de ochenta años, tras imponerse en las urnas al imbatible Partido Popular. Un modelo para ganar elecciones.
Lobato ha diagnosticado con inusitada certeza el porqué de la situación del PSOE de Madrid. «La unidad es un valor fundamental, pero unidad no significa juntarnos el 3 % de los que somos cargos públicos y volvernos a repartir esos cargos. Eso no es unidad, ¡eso es pasteleo!», denuncia con rotundidad en un discurso fresco y poco habitual. Directo a la raíz del problema, que no es otro que la mesa camilla el permanente juego de tronos entre los castizos y sempiternos lannister, targaryan o stark del socialismo madrileño. Lobato concurre a las primarias avalado por cientos de militantes socialistas y con el firme compromiso de acabar de una vez para siempre con la endogamia y enfrentamiento de las familias.
Lobato propone que las candidaturas electorales sean decididas por la militancia en listas abiertas, por voto individual y secreto. Una poderosa herramienta para recuperar las riendas del PSOE en las instituciones y acabar para siempre con la mesa camilla. Si las actas de concejal, los escaños y los puestos en consejos de administración dejan de ser moneda de cambio para dirigir el socialismo madrileño, las familias habrán perdido su propia razón de existir. «Se acabó el problema», suele decir el más joven de los candidatos. Los otros dos eluden o rechazan que las bases tengan esa capacidad decisión.
Lobato desdeña que las federaciones del PSOE resuelvan sus congresos a favor o en contra de la dirección federal. Rechaza que las candidaturas estén más pendiente de cuántos miembros pro o anti llevará Madrid al Comité Federal del PSOE. No es su guerra. Su campo de batalla está en Madrid y su lucha contra las políticas regresivas del PP.
De hecho, Lobato no cuestiona la unidad de acción con la dirección federal de Pedro Sánchez. Nada en el programa del candidato aupado por las bases debería hacer temer al Secretario General que no vaya a ser así.
Pero Lobato reclama para el PSOE de Madrid una identidad que se la ha venido negando reiteradamente a fuerza de componendas articuladas de espaldas a los militante y a los intereses de los ciudadanos. Los Estatutos Federales del PSOE establecen, como recuerda el joven alcalde sotorrealeño, que “la posición política federal es la suma de las posiciones de cada federación». Y eso debe incluir también a la federación de Madrid, para la que Lobato reclama una posición política propia y protagonismo ante los madrileños. «Con seriedad, con responsabilidad y con lealtad. Pero en cumplimiento de los Estatutos y de las resoluciones del 39 Congreso».
Lobato y su equipo ha desarrollado un detallado programa que fija con precisión las necesidades de Madrid y sus habitantes, así como medidas creíbles que responden a un minucioso trabajo de estudio y reflexión en todas las áreas que afectan al ciudadano. Han sido 24 equipos formados por militantes (eso sí que es una candidatura de las bases). Desde la Educación (con un completo apartado sobre tasas universitarias), la Sanidad o la Dependencia, a políticas de Igualdad o Violencia de Género. Pasando por la protección de menores, políticas de vivienda y urbanismo responsable, participación ciudadana, o la necesaria implantación de medidas para que la Ley de Memoria Histórica sea una realidad también en Madrid.
Con estos mimbres, la militancia del PSOE de Madrid deberá decidir el próximo sábado entre más de lo mismo, la mesa camilla de perfil bajo, al servicio de la estrategia federal del partido y ajena a los problemas de los madrileños, la secular guerra de familias, o la oportunidad de tomar las riendas del socialismo madrileño y apoyar a un candidato con fuerza, programa y equipo.
Es tiempo de que los madrileños puedan mirar al PSOE y saber que tiene un proyecto y una voz propia para sus asuntos. Es una deuda que el PSOE mantiene con Madrid, y es tiempo de pagarla. Confío en Juan Lobato para ello.
Perico Echevarría