Puigdemont ha perdido la pluma y la espada, el dinero y la letra, el sector financiero y el editorial. Pero nada tan grave como dejar a los nanos sin colacao y nocilla. El daño a largo plazo será irreparable: la merendilla de la educación de los jóvenes patriotas se basará en consumir productos firmados en Valencia. Sí; que es cerca, pero no es igual: una herida emocional salvaje al orgullo patrio.
La estrategia de Puigdemont, con ocho segundos de republica incluidos, ha provocado otra herida al “procés»: tanto intento de violentar a la izquierda y ponderar a los “destituyentes” y resulta que no.
Es la izquierda la que reaparece, dicho sea de paso cuando más falta hacía, y la nueva Constitución la harán los del bipartidismo, en compañía de otros que no serán los amigos, precisamente
Hacía falta un polo progresista para que el constitucionalismo tuviera crédito y dejara fuera de juego al populismo hispano, compañero de viaje del populismo nacionalista, que se queda fuera de onda y con los expertos en sondeos dando gritos de espanto: “empezamos a hablar de España o nos irá muy mal”, farfulla desde la última fila la orillada Bescansa.
Es la izquierda la que, sorprendentemente, reaparece, dicho sea de paso cuando más falta hacía, afirmando que el constitucionalismo tiene un polo progresista. Este es el gran fracaso del “procés y los “destituyentes”
Los “destituyentes”, desde Iglesias a Colau, andaban creyendo hacer rancho. Contaban con la inhabilitación de todo el personal político del «procés» y la desaparición de los socialistas, con la mediación de Roures y con estar en todas las salsas, esto estaba cantado.
Mira por donde, vuelve la izquierda, respira el federalismo, y dejan al populismo sin colacao: con una cara de cómplice de la tragedia que no se puede aguantar, para pánico de los que querían ser el centro de la política real.
Tantas “constituyentes” convocadas de una esquina a otra de la patria del pueblo y resulta que la nueva Constitución la harán PP, PSOE, y hasta Rivera que aunque le pillen con el pié cambiado siempre resiste.
Aún nos quedan días de sufrimiento y de discursos dolorosos. Un requerimiento no es mucha cosa, más aún si la respuesta es la esperada. Pero tras el inocuo documento, españoles y catalanes, ellos y ellas, han percibido una mayoría política en la que la izquierda rehabilitada vuelve a jugar un papel esencial.
Una circunstancia que deja a Colau y los Comunes, ya limitados por sus diferencias internas, con pocas posibilidades de ofrecerse a Puigdemont como alternativa a la CUP, condenados a ejercer la calle, mientras los federalistas sonríen.
Porque esta es la otra, han bastado una veintena de bufidos empresariales para que el burgués catalán vuelva donde solía: al amago, pero no doy.
Es bastante probable que, a partir de ahora, la crónica del “procés” se cuente en la sección de tribunales de los periódicos. Procesamientos e inhabilitaciones, medidas cautelares, ceses políticos programados desde Madrid…hasta que unas elecciones catalanas recuenten el retorno a la senda constitucional.
Los nacionalistas lo saben; lo que no saben es como ir a ese camino sin dejarse en la gatera los votos y la dignidad convertida en votos por otros
También habrán caído en la cuenta de que Rajoy, el inepto, el tonto, etcétera, acaba de ganarse la legislatura completa – seis meses de análisis autonómico, más otros de conclusiones y lo cerramos-, y aparecer como padre de la segunda Constitución.
Mire Usted que para no ser politólogo, ni listo, ni nada, de nada, se ha quedado con la mitad del colacao del día, mientras los “preparaos” aún se preguntan en que momento les quitaron el bote.
Juan B. Berga