domingo, noviembre 24, 2024
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Al ‘procés’ le falta música

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Entre flores, fandanguillos y alegrías, los segadores afilan sus hoces para cortar las cadenas que oprimen Cataluña desde el siglo XVII.

Se dice que dijo Margaret Thatcher que no existe la sociedad, sólo individuos, y entiendo que familias en torno a la mesa camilla.

La frase tiene su importancia porque la pronunció una revolucionaria que triunfó, no el Che Guevara o Malcom X, unos idealistas, la dama de hierro venció e impuso la revolución conservadora y el liberalismo rampante que hoy vivimos; y dio nombre además a un grupo de heavy metal.

Si no existe sociedad es porque se impone el individualismo, la fragmentación social, lo que no impide que quien defienda o lidere transformaciones políticas esté obligado a llegar al sujeto transformable.

En este sentido es significativo que algunas de las principales figuras del secesionismo catalán procedan o se relacionen profesionalmente con la comunicación.

Se recuerda estos días que el expresidente Carles Puigdemont fue redactor jefe del diario El Punt, trabajó en la Agencia Catalana de Noticias y dirigió el periódico Catalonia Today.

Carme Forcadell es licenciada en Ciencias de la Información, aunque luego se orientara hacia la filología catalana; como Junqueras hacia la historia, tres variantes de la comunicación.

No falta algún empresario cercano como Oriol Soler, fundador del diario nacionalista Ara y productor de los últimos vídeos independentistas.

Así como el Partido Popular siempre incluye un asesor electoral en sus gabinetes de crisis, ya sea para negociar con ETA o la unidad del país, el movimiento independentista se rodea de expertos en comunicación, pero todos han descuidado la música.

La pieza más cantada y escuchada últimamente ha sido Els Segadors, el himno catalán cuya letra está repleta de referencias agropecuarias y algún pasaje truculento («¡Buen golpe de hoz!»), como corresponde al siglo XIX que lo vio nacer, al igual que La Marsellesa habla de grilletes, agricultores y surcos inundados de sangre.

Un buen himno de nueva creación hoy incluiría a camareras de hotel y periodistas sin cobrar pasando a cuchillo al tirano, difícil de imaginar, no es la época.

El cantautor por antonomasia del independentismo, Lluis Llach, ha cambiado la trinchera por el escaño como diputado autonómico hasta la reciente disolución del Parlamento catalán, y se han escuchado más declaraciones a la prensa que su música. Su Estaca remite al franquismo.

Por su parte, en las manifestaciones contra la independencia de Cataluña ha sonado Manolo Escobar y también Peret.

«Eviva España» (literal) es un pasodoble compuesto a comienzos de los 70 por dos belgas, originalmente escrita en neerlandés. Entre los muchos que la versionaron destaca Manolo Escobar, en directa competencia en aquel 1973 con Fórmula V y Eva María marchándose.

«En las tardes soleadas de corrida, la gente aclama al diestro con fervor, y él saluda paseando a su cuadrilla, con esa gracia de hidalgo español, la plaza por si sola vibra ya, y empieza nuestra Fiesta Nacional…».

Si la letra que conocemos es disparatada, el texto original lo superaba: «Con mis manos toco las castañuelas, y con el pie marco el paso del flamenco, sólo visto vestidos andaluces, y en mi cabeza llevo un gran sombrero negro, me gusta el vino y el caviar, la cocina española es un festival».

La rumba catalana es otra alternativa escuchada en las últimas manifestaciones constitucionalistas, aunque la disputa entre Peret y El Pescaílla como autor intelectual de ese estilo permanece viva y no resulta demasiado actual.

Las grandes revoluciones han tenido siempre contenido musical, los JJOO de BCN a Los Manolos, la Transición tuvo mucha música, el fin de la dictadura portuguesa hasta se puso en marcha con la emisión de una canción por la radio.

En este objetivo de asociar la música con la transformación social el mejor Podemos tuvo mucho interés hace un par de años, aunque se intentó imponer el Resistiré del Dúo Dinámico como himno revolucionario, que ni la buena versión de El Cigala pudo popularizar.

Al igual que nunca se ha consumido en España más información mientras que las empresas periodísticas se van al carajo, nunca se ha escuchado tanta música y sin embargo las grandes transformaciones sociales no se mueven hoy con sintonía.

A esta crisis constitucional le falta música, o poesía.

Quizá hayamos descubierto que los grandes desastres y aciertos de la historia son así de ramplones y la épica se la añaden los cronistas a toro pasado.

En una serie infantil que ve mi hija aparecen unos adolescentes en un cementerio, «¿Has oído eso?», pregunta uno, «No, la música terrorífica de fondo no me deja escuchar otra cosa». 

Carlos Penedo

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