El PSC es el partido que ha pasado por más fases, sensibilidades, posiciones ideológicas, avatares, perfiles, tipos de proclamas, manifiestos y escorzos en su imaginario, pensamiento o catálogo de propuestas de todos los que recorren el territorio español.
Siempre tuvo dos almas y dos grupos de votantes muy diferenciados. Los procedentes de fuera de Cataluña que llenaban el cinturón de Barcelona, que votaban o entendían que votaban al partido de la izquierda española, y los 'bobós', bourgeois boheme, urbanitas y de un catalanismo excluyente. En un equilibrismo un tanto circense han navegado a lo largo de cuarenta años haciendo de todo y ganando elecciones municipales y generales en Cataluña y perdiendo estrepitosamente las autonómicas una y otra vez. Hasta que llegó Maragall. Maragall era el más exitoso de los líderes nacionalistas del PSOE catalán, puro PSC, tan nacionalista como Pujol, quizás un punto más azuzado por el manto pseudorrevolucionario, por su apellido y por su desapego al PSOE de Ferraz. No ganó del todo. En su segunda intentona vio la posibilidad de encaramarse a la presidencia de la Generalitat pactando con Esquerra Republicana y otro partido-espectáculo, Iniciativa, antiguos comunistas y satélites del PSUC que había recorrido ya antes que el PSC el camino de la izquierda, en este caso comunista, al nacionalismo excluyente. Para no ser menos que el pujolismo dio un empujón a las demandas nacionalistas que se transformó en un trastazo de graves consecuencias. Para todos. El PSC el primero.
Si Maragall quería más autonomía, más competencias, menos solidaridad y más dinero para Cataluña, Artur Mas no iba a ser menos. Y comenzó una locura sin frenos y cuesta abajo. Esa algarabía nacionalista empezó a crecer y crecer de forma exponencial descontrolada y el PSC pasó de formar gobierno a perder las elecciones e integrar el pelotón de los partidos pequeños en las autonómicas catalanas.
El proceso de autodestrucción del PSC ha sido lastimoso. Lo cierto y verdad es que no se sabe cómo no se produjo antes con la ambigüedad y las contradicciones y la imposible concordancia con el discurso de su hermano mayor en Andalucía y Extremadura.
Hoy vuelve capitidisminuido a las geometrías variables, al posible pacto con Esquerra y a las ensoñaciones de hace diez, veinte, treinta años. Por intentar ganar una batalla electoral autonómica va a hacer perder la guerra al PSOE de Ferraz. Muchos en toda España, de Santander a Cádiz, nunca votarán a un partido aliado con golpistas separatistas de hace unas horas. Estimado Miguel Iceta, del adversario el consejo. Tendrían que preguntarse los socialistas catalanes si alguien se imagina a Felipe González pactando con Tejero. Pues parece ser lo insinuado por el jefe del PSC.
No hemos hablado de los pecados políticos del PSC a lo largo de su andadura. Eso es otro artículo. Aunque no puedo olvidar la canallada del Pacto Antidemocrático del Tinell. Excluir al partido de una mayoría de españoles y de un buen número de catalanes de la vida política catalana y, si fuera posible, de la española. Una vergüenza.
En España es el único lugar de Europa en que se cuestiona de manera harto violenta que el centroderecha pueda tener un programa político propio y llevarlo a cabo aunque haya ganado las elecciones. Existe un resabio guerracivilista y del desastre de la Segunda República que deslegitima al centroderecha de manera injusta e inmoral. Cuando esto se hace, cuando se expulsa a una parte importante del cuerpo electoral, el debate y las decisiones a tomar entre los que quedan se escora a la izquierda y al nacionalismo de una forma artificial y arbitraria y conduce la política a escenarios irreales donde suceden tragedias. Creo humildemente que Iceta debe tenerlo en cuenta. Bastantes errores se han cometido, suficiente daño se ha hecho a Cataluña. El PP es muy importante para arreglar las cosas, desacreditarlo solo interesa a los golpistas, no se debe actuar por conveniencia electoral u oportunismo. Es la hora de la inteligencia.
Juan Soler