Era la noche del desenlace, la de acallar todas las críticas vertidas sobre el programa y sobre ella misma, porque no es de recibo que una joven que presuntamente ha sufrido 'abuso sexual' no lo denuncie, sobre todo teniendo pruebas de ello, pero todo se saldó con el silencio más repugnante y con la confirmación de una 'mamada' que se llevó para sí el supuesto agresor.
Con eso y con el abucheo que se llevó al entrar al plató Carlota, que su madre, sólo ella, dijo no entender, «es un concurso, no hay que perder la razón de esa manera, el mundo nunca podrá ir bien con gente así. No es necesario. Hay algo que se llama respeto y esto es un concurso, no es un circo romano». ¿De verdad que no? Si el Wanda Metropolitano, según Simeone, sí lo es, ¿cómo no va a serlo un espacio donde se abre una puerta y los cristianos-concursantes son echados a los 'leones' del público mientras un césar-presentador juzga por su cuenta si tienen que ser linchados o no?
Parecía que no había acontecido la acusación de un presunto abuso sexual mientras Carlota estaba inconsciente, ni la posterior denuncia por parte de un miembro de la dirección, ni el rechazo de Carlota a continuar con la denuncia, ni la preparada explicación de la concursante tras su regreso a la casa. Jorge Javier, él solito, decidió que toda esa historia tenía que quedar en el olvido, que ya no interesaba a nadie. Eso o que ya no quería seguir tentando a la suerte para que no le creciera la nariz de Pinocho.
El presentador, a lo Poncio Pilatos, se lavó las manos con la frase «Carlota, tú has vivido el concurso en dos partes y al volver pudiste explicarte en el confesionario. Aquí no se ha hablado de nada más y no vamos a hacerlo por respeto a tu intimidad». ¿De verdad que él, o el programa a lo largo de sus numerosas ediciones, pone por encima de todas las cosas el respeto a la intimidad de sus protagonistas? Todavía me estoy riendo.
No es de extrañar que Carlota no supiera dónde meterse y que estuviera a punto de darle un ataque de nervios. La chica había salido la primera vez de la casa por recomendación de los psicólogos del programa y había vivido una semana más en ella entre acusaciones, especulaciones y rumores que la dirección del reality, la del 'respeto', consintió sin ningún rubor. Y por si fuera poco ella tuvo casi que agradecérselo en público a la cadena, después de reconocer que había existido «un hecho grave y desagradable contra mi persona estando inconsciente».
Los únicos que se lo han agradecido son los miembros de la Guardia Civil que tendrían que estar a estas horas trabajando en su caso pero que no han podido continuar con la investigación por la renuncia de la supuesta víctima a denunciar un caso de abuso sexual que parecen corroborar unas imágenes que parecen estar guardadas en un cajón de Mediaset para desgracia de un acusado, el tal José Mari, que, así las cosas, tendrá que cargar con esta sospecha toda la vida.
Lo que no podrán quitarle al chico es la felación que supuestamente le hizo Carlota y que pudo ratificarse a partir de las imágenes que ofreció la gala de este jueves, en el que tanto ella como Maico, en la sala de expulsiones, se criticaban mútuamente. El momento culminante fue cuando, después de negar él que la hubiera insultado, ella dejó a todo el mundo con la boca abierta, incluida la dirección del programa, cuando le soltó lo de «tampoco dijiste que le había hecho una mamada a José María».
En un momento se habían ido al traste todos los intentos del canal 24 horas por tratar de no mostrar imágenes y comentarios que no querían que se escuchara. Y todas las 'buenas' palabras del presentador por defenderla y del programa por tratar de no seguir ya con el tema de los abusos. Quizás la audiencia no nos mereciéramos ver esas imágenes, pero sí el saber por qué ella no había querido seguir con la denuncia, dejándonos con la duda de si está realmente enamorada de José Mari y no quiere ponerle puertas al campo. Qué pena de chica y qué pena de programa.
La mosca