Faetón 3200 es un asteroide. Rozará la Tierra el próximo 16 de diciembre. Su tamaño es la mitad del que se cargó los dinosauros, una bendición que permitió el desarrollo de los mamíferos y de nuestros antepasados. Sin embargo, si Faetón 3200 cayera sobre nuestras cabezas, igual sería suficiente para que la especie humana pase el testigo a las hormigas si no se basta Donald Trump.
El Presidente estadounidense acaba de reconocer a Jerusalén como capital israelí. En 1967 Israel tomó la otra mitad de la ciudad, entonces en manos jordanas, y en 1980 la anexionó, unificando así formalmente en sus manos la ciudad milenaria.
La solución del contencioso palestino debiera pasar por la fórmula de dos Estados avalada por Naciones Unidas. Jerusalén Este sería la capital palestina a pesar de que Israel declaró que Jerusalén es su capital indivisible. Ningún país lo ha reconocido hasta ahora, manteniéndose las Embajadas en Tel Aviv.
Esta iniciativa de Trump altera un equilibrio mantenido para no empeorar el contencioso. Por eso la reacción ha sido negativa en el mundo entero. La Unión Europea, al igual que otros países y el Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Guterres, esperan que Trump dé marcha atrás, algo improbable, y el mundo islámico se ha puesto en máxima alerta.
El Presidente turco, Recep Erdogán, ha señalado que el magnate ha cruzado una línea roja musulmana. Turquía es un importante aliado occidental y miembro de la OTAN. Protestan asimismo los países árabes productores de petróleo. A quién más daño hace Trump es a sus amigos. ¡Gran líder! ¿Se disparará, además, una tercera Intifada como piden Hamas y Hezbolá?
El yerno del Presidente americano, Jared Kushner, al que el Fiscal Especial Robert Mueller investiga por los posibles contubernios de su suegro con Putin a través de sus colaboradores cuando la campaña electoral contra Hillary Clinton, es, en Washington, el encargado por Trump de solucionar la cuestión de Palestina. ¿Es el reconocimiento capitalino de Jerusalén una buena vía para lograr un acuerdo? ¿Ofrecerá Israel algo a cambio que pueda satisfacer a los palestinos? Nada sabemos, pero podemos dudarlo. Sin embargo, en enero podría aflorar un plan de paz elaborado por Kushner. Veremos, pero los EEUU han abandondo un referente de imparcialidad formal.
David Meyer, rabino, proponía hace poco en “Le Monde” que tanto israelíes como palestinos renuncien a la capitalidad, por mitades, de Jerusalén. La ciudad es santa para las tres religiones monoteístas, argumenta, y eso le da una substancia propia por lo que lo mejor es despolitizarla. Sugerente.
Trump es un Faetón 3200. A base de peinar a contrapelo los contenciosos arriesga dinamitarlos dramáticamente. Unamos a ello su repliegue mundial y constataremos como cede peligrosamente el terreno ante Moscú y Beijing. El Kremlin avanza decididamente su influencia en el Oriente Medio, tras su anexión de Crimea, al tiempo que fomenta la instabilidad en el Este europeo y China adelanta sus peones por Asia hacia Occidente con la Ruta de la Seda y enormes inversiones, desplegando vías férreas y terrestres para evitar las oceánicas controladas por los EEUU.
China tiene, además, fuertemente penetrado el entramado económico, comercial y minero africano al tiempo que intenta hacerse con el monopolio del Mar Meridional de China, en detrimento de sus vecinos y de la libertad del tránsito marítimo en esas aguas. Trump está cediendo liderazgo económico y político a China no solo en el Pacífico y nos distrae con su pelea verdulera con su homólogo norcoreano. Prefiere que Japón y Corea del Sur se rearmen y se conviertan, incluso, en poseedoras de armamento nuclear en detrimento del Tratado de No Proliferación Nuclear.
China también desea, como Rusia, debilitar la UE. ¿Qué otro significado puede tener la iniciativa del “16 + 1”, siendo China el “uno” y los 16 unos países de los Balcanes y del Este europeo, 11 de ellos de la UE? Es una cuña perfecta entre Rusia y la UE, especialmente frente a los países de la Europa occidental, impulsores de la unidad continental.
La UE necesita unirse más dado el desastroso liderazgo mundial y occidental americano, no solo, pues, por el Brexit, aún por consumar (las sorpresas nunca deben descartarse). Pero la UE tiene sus límites. Su cohesión interna es inferior a la de los EEUU, Rusia o China. La Defensa Europea es una iniciativa necesaria, aunque la defensa de Europa seguirá siendo por ahora globalmente una misión de la Alianza Atlántica.
La gobernanza económica de la UE es limitada al igual que su ambición colectiva. Quizás lo remedie una nueva “Grosse Koalition” en Alemania facilitando un renovado impulso europeísta de Emmanuel Macron con Angela Merkel y Martin Schulz, con seguidismo italiano y español. Muchos asteroides amenazan nuestra estabilidad y futuro.
Carlos Miranda es Embajador de España
Carlos Miranda