Hay buenas ideas que tienen un lado oscuro. El bienintencionado y aplaudido aumento del salario mínimo, que solo cobran el 3% de trabajadores y trabajadoras, tiene su cara b: el anuncio del progresivo debilitamiento de la negociación colectiva y los sindicatos.
Un impuesto para mejorar la financiación de las pensiones puede ser un apunte en la buena dirección. Pero es el reconocimiento de una ausencia de estrategia en materia e productividad y salarios.
El record de turismo alivia extraordinariamente nuestro PIB, pero entroniza actividades de baja productividad, la temporalidad e imposibles carreras de pensiones.
Sánchez y Podemos han copiado a Rubalcaba, como entonces la banca sigue sonriendo. Quizá sea un poco humillante que, al día siguiente de proponer un recorte de beneficios de la banca, sus acciones suban.
Fue Rubalcaba, el derrotado candidato socialista en 2011, quien a su vez lo tomó de algún papel de la desaparecida Izquierda Unida, quien le hizo un guiño al 15M con un impuesto a la banca. En aquel momento era para el empleo, ahora para las pensiones.
La idea de pagar una parte del sistema de pensiones con impuestos es tan nueva que fue escrita en 1995, en el Pacto de Toledo
La idea de pagar una parte del sistema de pensiones con impuestos es tan nueva que fue escrita en 1995, en el Pacto de Toledo. Para mejorar la contributividad del sistema y el papel de las cotizaciones se preveía la llamada separación de fuentes, que permitiría financiar las prestaciones no contributivas desde el presupuesto.
De hecho, un 10% del gasto en pensiones ya se cobra hoy desde trasferencias del estado. Con la propuesta de Sánchez ese porcentaje se elevaría al 23% – temporalmente según Sánchez y Podemos-. Es decir que el sistema seguiría sosteniendo fundamentalmente en cotizaciones. Y si estas no sostienen el sistema, el impuesto deberá extenderse más allá de las entidades financieras.
La propuesta de Sánchez tiene dos problemas: el sujeto pasivo y la forma en la que soslaya los problemas del fondo del sistema de pensiones: envejecimiento, salarios y carrera de pensiones. Sánchez practica cierto pensamiento lateral: abandona el sistema de pensiones y apunta a la banca, cosa siempre muy agradecida.
El segundo impuesto propuesto por el secretario general socialista sobre las transacciones financieras, en cualquiera de las versiones de la tasa Tobin, aplicado al mercado de valores, es una vieja demanda, ya aplicada en algunos países y afecta a los tenedores de riqueza. El propio gobierno lo defiende a nivel europeo – incluso a niveles más altos que Sánchez-, y la Comisión discute su aplicación. El problema es que hoy hay más dinero en los fondos, la liquidez de las tecnológicas y sociedades de valores que en los bancos.
La cuestión es si un impuesto extraordinario para financiar las pensiones es eficaz. Sánchez ha hecho una propuesta simple recuperar en un periodo temporal el rescate bancario.
La banca en la sombra de innumerables sujetos externos al sistema plantea un problema desconocido para la fiscalidad: «el fantasma del sujeto pasivo».
El problema es que los márgenes del negocio bancario se están estrechando y la presión disruptiva sobre las entidades financieras es muy alta. Lo que deberíamos prepararnos es para que los costes de las fusiones financieras no caigan ni sobre el presupuesto ni sobre el empleo – como ha ocurrido en Santander o Bankia-.
El mapa disruptivo apunta a nuevas entidades que operan en las finanzas. La banca en la sombra, con innumerables sujetos externos al sistema financiero – desde aplicaciones de mensajería a grandes tecnológicas, pasando por todas las versiones de las fintech- , plantea un problema desconocido para la fiscalidad: el fantasma del sujeto pasivo. La banca del tiempo de Sánchez no es la misma banca que en el tiempo de Rubalcaba y menos que en tiempo de Tobin.
Algo hay que hacer con las pensiones. Y es cierto que en España existe una cuestión fiscal no resuelta que tiene que ver con rentas personales y chiringuitos financieros.
Pero quizá sería mejor estrategia afrontar el fondo de ambas cuestiones por separado. Me temo que las pensiones tienen un reto distinto al fiscal: empleo, salario, inmigración que supere la crisis demográfica.
Juan B. Berga