Madrid es ya esa gran urbe que requiere una especial atención por parte de sus gobiernos. Tal como concluimos en la Conferencia de Sindicatos de Regiones Capitales (ECTUN), las grandes urbes padecen problemas mayores y específicos en asuntos como la movilidad, el coste del transporte, los mayores tiempos de trabajo y desplazamiento al mismo y los inherentes a la contaminación, algo que en Madrid ya conocemos.
De igual forma, en Madrid y su zona de influencia conocemos, sufrimos y padecemos la crisis del transporte y la movilidad cuyo epicentro está en el tren de Cercanías, un medio de transporte que debería funcionar a la perfección para evitar que las miles de personas que a diario se tienen que desplazar terminen optando por el vehículo privado.
Recientemente se publicaba el informe “Inrix Traffic Scorecar”, según el cual los atascos crecen en Madrid hasta las cuarenta y dos horas por conductor al año.
Es decir, Madrid es la capital del atasco y mientras el desastre de los trenes de cercanías poco ayudan a que deje de serlo.
En este escenario, la pasada semana hemos presentado, junto al Sector Ferroviario de CCOO de Madrid, un informe que realiza el diagnóstico de la situación y concluye que es necesario acometer de inmediato un plan de choque. En él se cuantifican por miles las incidencias.
Técnicamente, las incidencias son “todas aquellas situaciones que de manera imprevista afectan al buen funcionamiento o marcha del servicio” y se pueden dividir en tres grandes áreas: las imputables a Renfe (prestadora del servicio, que gestiona las explotación comercial, aporta los vehículos y se ocupa de su mantenimiento), las imputables a ADIF (titular de las infraestructuras, vías, electrificación, estaciones y gestora de la circulación de la red) y las imputables a causas ajenas ambas (por ejemplo, vandalismo).
El pasado año, las incidencias imputables a Renfe han alcanzado las 2.500 y a Adif, casi 3.000. En las primeras semanas hemos padecido 43 incidencias con casi 400 trenes afectados. Es decir, día y medio continuado sin tren.
¿Cuáles son las razones de este desastre? La respuesta vuelve a estar en el modelo que caracteriza a nuestra comunidad, con tres grandes factores comunes a la vida social y económica de esta región: caída importante en las inversiones, un recorte importante de personal y un recurso a las externalizaciones baratas y, por tanto, con poca calidad.
La inversión de Fomento en Infraestructura y vía en la Red Convencional o de Interés General de Adif ha caído drásticamente desde los más de 3.500 millones de euros en 2005, hasta los 265 millones de euros en 2016. La situación se repite con Renfe, cuya inversión fue de 694 millones de euros en 2005 y 193 en 2016.
La evolución del número de personal, o mejor, involución es espectacular. La plantilla de Renfe en Madrid en 1999 ascendía a 8.536 personas, dieciocho años después se ha reducido a 6.189. De ellos, un 39 por ciento menos son mano de obra directa: mecánicos, factores de circulación, interventores, taquilleros, mantenedores de vías y catenarias, etcétera.
Con todo, podemos asegurar que el Plan Plurianual 2009-2015, que incluía un presupuesto de 5.000 millones de euros para ampliar y mejorar la red de Cercanías de la región, especialmente el sur y el suroeste, no se ha llevado adelante y ha ahondado en las desigualdades territoriales. Estamos ante una región rota, con un noroeste rico y un sureste pobre. Es imprescindible que el transporte que es masivamente utilizado por la clase trabajadora, el tren de cercanías, tenga un trato preferencial por el Gobierno. Los trabajadores, las trabajadoras, no pueden dirigirse cada mañana a sus puestos de trabajo con la Espada de Damocles del retraso, la sanción e incluso el despido.
Hay que devolver la dignidad y la calidad al servicio de cercanías. Muchos retos se han truncado, pero el más sangrante fracaso es el de la accesibilidad. Actualmente, de 94 estaciones, sólo 34 tienen acceso para personas con algún tipo de discapacidad. Paradójicamente, ni las estaciones de Ramón y Cajal, ni Doce de Octubre cuentan con accesibilidad ni ascensores.
Una red de cercanías digna y que funcione es garantía de productividad económica y también de cohesión social y territorial. La evidencia muestra que las administraciones públicas han abandonado al tren de cercanías. Según redacto estas líneas veo que algunas formaciones políticas muestran preocupación por el asunto, bienvenidos a bordo; otras aportan ocurrencias. Desde CCOO de Madrid haremos llegar a los partidos políticos nuestros diagnósticos, logrados día a día a pie de tajo, así como nuestras alternativas.
Desde las Comisiones Obreras incrementaremos la presión institucional y social porque es de justicia que una comunidad que está creciendo al 3 por ciento invierta en el interés general.
Jaime Cedrún