Cuatro días después de la indignación unánime del Consejo de Seguridad de la ONU, está claro que no ha habido ninguna tregua entre Ghouta Este y Damasco. La ayuda no llega y los civiles sometidos a feroces bombardeos no se van.
Sin embargo, hay algo peor; una coherencia en todos los protagonistas que solo conduce a un resultado: la continuación de la masacre.
Assad quiere «limpiar» la región de la capital y no tiene interés en suspender sus ataques. Especialmente porque en Ghouta Este, pequeños grupos de descendientes de Al Qaeda se han mantenido a refugio. El bombardeo con morteros de Damasco ofrece un pretexto más que conveniente.
Ghouta es otro Srebrenica y como ocurrió entonces estamos volviendo a a mirar hacia otro lado.
Putin controla a Assad, y comparte, o inspira, su estrategia. Además, la idea de una tregua de cinco horas por día es harina de su costal, su propuesta ante un incapaz Consejo de Seguridad, y el jefe del Kremlin parece sensible a las necesidades humanitarias, cosa útil en en vísperas de las elecciones.
Erdogan está encantado de que el centro de atención se volviera contra Ghouta, alejándose de su ofensiva contra los kurdos sirios. Especialmente desde que Putin, anunciando ayer el rescate de un grupo de civiles, le agradeció personalmente su colaboración.
Jaish al-Islam, Tahrir al-Sham y otros grupos de oposición yihadista atrincherados en Ghouta Este no tienen ningún interés, ni siquiera ellos, en el éxito de la tregua.
Para recibir armas y fondos de fuentes sunitas, los jugadores deben ser protagonistas y disparar contra Assad. Es el cinismo de la guerra.
Irán, que no está directamente involucrado, apoya a Assad y comparte la explicación de Sirios y rusos.
Nadie parece querer hablar de las proporciones de la masacre, 500 muertos en Ghouta Este en nueve días contra 7 en Damasco, nadie dice que en Ghouta Oriental también se bombardearon hospitales, nadie tiene la intención de detenerse. Es la historia habitual de Siria: si los intereses de los protagonistas no coinciden, y nunca como hoy han sido diferentes, los esfuerzos de la ONU se vuelven inútiles ballets diplomáticos.
La violencia se ha intensificado en el área. Ghouta es otro Srebrenica y como ocurrió entonces estamos volviendo a a mirar hacia otro lado.
Al igual que el enclave musulmán de Bosnia en 1995, el este de Ghouta ha sido asediado por las fuerzas del régimen desde las primeras etapas de la guerra siria. Años de ataques no han podido desalojar a las facciones rebeldes que lo controlan.
Como fue el caso en Srebrenica, se cortaron los suministros de alimentos y la asistencia médica. En 1993, la ONU designó a Srebrenica en «área segura». Los rusos declararon el este de Ghouta como «zona de desescalada”.
En vano. Al igual que en Bosnia, no se intentó proteger a la población civil cuando las negociaciones fracasaron. Los ataques aéreos y los bombardeos ahora tienen un costo terrible.
Todos los requerimientos de la ONU están siendo ignorado. El horror continuará
Juan B. Berga