Quizá cincuenta años no sean suficientes para poder analizar los múltiples procesos que se desarrollaron en 1968 en el mundo y prueba de ello son los debates que aun concita aquella fecha.
Lo que nadie puede negar es que el mundo entero estaba en ebullición y muchos de los asuntos por los que se clamaba en las calles, hoy están asentándose.
Feminismo, ecologismo, pacifismo, antiimperialismo, respeto a las minorías, educación igualitaria…, forman parte de la agenda actual gracias a aquella revolución generacional.
El “Movimiento 22 de marzo” surgía en el París estudiantil de 1968, con alma libertaria tras un año de protestas y movilizaciones variopintas. Desde su oposición a la Guerra de Vietnam, hasta la libertad sexual, pasando, en un plano más local, por el enfrentamiento a los planes de estudio del Gobierno francés.
En marzo de 1968 estalló la chispa. Durante una manifestación en apoyo al pueblo vietnamita varios estudiantes son detenidos y como respuesta, el 22 de ese mes se inician nuevas manifestaciones y movilizaciones. La chispa prenderá y el 3 de mayo tendrá lugar la gran manifestación parisina, donde obreros y estudiantes marcharán juntos contra el sistema. El movimiento obrero se unirá a la movilización y Francia protagonizará la mayor huelga general de su historia.
En realidad este hecho parisino fue especialmente simbólico en un mundo convulso. No olvidemos la violencia e injustificada guerra de Vietnam o la Primavera de Praga que comenzó ese mismo mes de enero y finalizó en agosto con la invasión de Checoslovaquia por parte de la Unión Soviética. Fue el año de los grandes disturbios raciales en Estados Unidos y los asesinatos de Martin Luther King y Robert F. Kenedy, favorito en las primarias demócratas de Estados Unidos. La revolución cultural en China llegaba a su cenit. En Europa se fueron incubando grupos terroristas como las Brigadas Rojas o la Baader -Meinhof, mientras en nuestro país, ETA, nacida en 1959, comete su primer asesinato.
Pero el 68 en nuestro país surgió con características propias, era la lucha por la libertad y los derechos laborales, y se extendería hasta la desaparición del franquismo.
Recordemos que en junio de 1967, tras espontáneos surgimientos de Comisiones Obreras por todo el Estado, se convocó, clandestinamente, la primera Asamblea Nacional de CCOO en Aravaca. En aquel 1968 era clausurado el SUT (Servicio Universitario del Trabajo) invento del padre Llanos que puso peligrosamente en contacto al movimiento estudiantil con la clase obrera. Por allí pasarían Cristina Almeida, Nicolás Sartorius, Manuel Vázquez Montalbán y tantos otros opositores del franquismo.
En 1968 Joan Manuel Serrat, hoy atacado por el independentismo, se negaría a acudir a Eurovisión porque se le impidió cantar en catalán. Fue el año en que los obreros de Hunosa o Fasa- Renault se echan a la huelga y son duramente reprimidos por la policía. El año en que tantos emigrantes españoles también se manifiestan por toda Europa.
Una generación que hoy vuelve a salir a las calles para asentar libertades y pelear por el Estado del bienestar. Una generación que hoy está en las calles, alentando el conflicto social en defensa de las pensiones presentes y futuras porque defender ese derecho, el derecho a las pensiones dignas, es combatir la precariedad a la que se quiere abocar a la juventud y la brecha salarial que sufren las mujeres.
El espíritu de 1968 sigue vivo en el multitudinario 8 de marzo, en la defensa de los derechos humanos de inmigrantes y refugiados y también el próximo 15 de abril, en defensa de un sistema público de pensiones. En el 68 se arrancaron muchos imposibles hoy debemos defenderlos y ampliarlos.
Jaime Cedrún