sábado, noviembre 23, 2024
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Mamá Alemania

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Los hijos, incluso mayores, no suelen estar libres del ojo supervisor de sus progenitores. En la Unión Europea, éstos podrían ser Alemania y Francia pues son los padres verdaderos de la UE. Sin ellos dos, nada hubiera sido, ni es, posible en la Unión.

Ésta última está ahora en un callejón angosto por distintas causas. La esencial es que el empuje integrador franco-alemán cejó por motivaciones de origen externo, como la crisis económica, la inmigración ilegal y los refugiados, e internas, de la que no es ajena la reducción de la homogeneidad interior fruto de ampliaciones que absorbieron a países alentados solo por sus intereses y no por contribuir a un destino común.

Sin perjuicio del rol soberano de los miembros de la UE y del de los órganos directores de la Unión, Francia y Alemania tienen un peso esencial.

Ante la crisis económica, Alemania impuso una austeridad con efectos sociales desastrosos en los países más afectados por la crisis, casualmente situados en la periferia meridional europea.

Se incrustó asimismo una valoración negativa hacia las sociedades sureñas que serían incapaces de ordenar y gestionar correctamente sus países calificados en algún momento de PIGS (Portugal, Italy, Greece, Spain), “cerdos” en ingles….

Por otra parte, las tensiones originadas por los políticos secesionistas catalanes con deslealtades constitucionales, ilegalidades, violencias y presiones inaceptables, han tenido un impacto negativo en Europa donde los independentistas, más eficaces en su propaganda, consiguen trasladar la imagen de una España antidemocrática y franquista.

Tras elegir los servicios españoles, para detener a Puigdemont, el territorio alemán de Schleswig Holstein, independizado de Dinamarca con apoyo prusiano tras una guerra en 1863, un tribunal local ha negado su extradición por rebelión, dejándole en libertad mientras considera la malversación de fondos públicos. La ministra alemana de Justicia, socialista, duda de la comisión de este delito y de que España sea un país libre. ¡Fuerte!

¿Se asemeja todo ello a un varapalo maternal que señalaría que la sociedad española no sabe resolver democráticamente sus problemas y que estaría dotada de jueces que actúan políticamente? ¿Seguirán Bélgica, Reino Unido y Suiza este criterio respecto de los otros separatistas fugados a sus territorios?

El Juez Llarena espera que la fiscalía federal alemana pueda aún oponerse al dictamen del Tribunal de Schleswig Holstein y está dispuesto a recurrirlo ante el Tribunal Europeo de Luxemburgo, dejando así la euroorden en suspenso y permitiéndole una ampliación de la instrucción del proceso. ¿Una vía realista? Si se emprende, puede ser, en cualquier caso, clarificadora. Mientras, Jordi Sánchez vuelve a ser candidato (imposible) de Roger Torrent a “President” para seguir calentando el sillón a Puigdemont. Luego vendrá otro u otra para lo mismo.

A todo lo anterior se junta nuestra preocupación por la familia real; por descubrir las falsificaciones universitarias que atañen a Cristina Cifuentes, aferrada al poder (como tantos políticos aquí); por soportar escándalos de corrupción a diestro y siniestro; por una economía que crece pero que no rescata a los necesitados; y por esta Cataluña que se hunde sin horizonte de reconciliación. Evidentemente, éste no es un momento dulce para España, gobernada desde 2011 por Mariano Rajoy.

Es hora para la serenidad, pero sigue siéndolo para la ansiada regeneración política, una cuestión cultural pendiente que no puede ser ajena al objetivo de la homologación europea de nuestro país que debe seguir aspirando a una UE más integrada, con más motivo cuando Trump nos zambulle en guerras comerciales, Rusia acecha y el contorno mediterráneo es un hervidero.

Carlos Miranda es Embajador de España

 

Carlos Miranda

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