sábado, noviembre 23, 2024
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Gobierno electoral

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De nuevo la sorpresa en la configuración de un gobierno más sólido de lo previsto, después de una moción de censura inesperada en su presentación pero sobre todo en su resolución.

En la dialéctica de la moción constructiva o instrumental, ha triunfado la constructiva, sin convocatoria anticipada, pero se ha quedado a medio camino. Ha salido adelante en su fase destituyente pero no así la constituyente de un programa y una mayoría alternativas. 

Tenemos ya un gobierno de la minoría del PSOE lleno de gestos como la feminización, la regeneración o el europeísmo, eso sí desde la sola perspectiva del centro izquierda. 

La feminización del gobierno ha sido mucho más que un gesto un cambio político trascendental, como lo fuera el primer gobierno paritario de Rodriguez Zapatero, y anuncia también la incorporación de la perspectiva de género a todas las políticas, incluido el núcleo duro de las políticas económicas e industriales. 

Otros gestos no menores del nuevo gobierno tienen que ver con la lucha contra la corrupción y la regeneración democrática, como cuestión de estado en manos de juristas destacados, si bien desde perspectivas diferentes y veremos si conflictivas.

Otra de las apuestas que van más allá de lo gestual o de lo meramente táctico de acallar la crítica a los apoyos independentistas a la moción de censura,  tienen que ver con la cuestión territorial, el problema catalán y su resolución en base al diálogo político, dando al tiempo la batalla de la imagen, hasta ahora perdida, en el marco de la UE.

Sin embargo, quizá la aparente fortaleza del gobierno suponga su principal debilidad. Parece un gobierno fuerte, con personalidades como diría el propio Sánchez y por ello aparentemente para gobernar y para durar.

La debilidad está en la asimetría de esas fortalezas con la debilidad política y parlamentaria. Se trata de un gobierno monocolor en un contexto de crisis y fragmentación política, pero sobre todo de pluralidad parlamentaria.

Porque ya no son los tiempos del bipartidismo imperfecto, donde la mayoría componía su gobierno, ni tampoco los tiempos de las mayorías minoritarias con apoyos de investidura, puntuales y presupuestarios que garantizaban la estabilidad.

Un gobierno de una minoría no puede hacerse al margen de la pluralidad parlamentaria, al menos de la que te puede permitir cierta continuidad, y en este sentido, al menos con personas representativas de otros espacios incluso más allá de las sensibilidades de izquierdas que se sientan en el parlamento representando a la sociedad española.

El gobierno Sanchez puede contar con un margen de comprensión, incluso de colaboración desinteresada, sobre todo después de estos años críticos de prórroga del gobierno Rajoy, pero le será mucho más dificil lograr una estabilidad parlamentaria imprescindible para políticas decididas de regeneración, diálogo territorial y cambio social.

Pudiera ocurrir entonces, que tras los apenas cien días de gracia, comenzase una larga campaña electoral si el resto de las minorías interpretan que más que un gobierno estamos ante un gesto para la recomposición del antes mayoritario espacio electoral del nuevo partido socialista. 

Gaspar Llamazares

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