sábado, noviembre 23, 2024
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Así que pasen cinco años o las disculpas de Rafa Hernando

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Pide perdón Rafa Hernando por haber insultado a las víctimas del franquismo que pretendían sacar a sus familiares de las cunetas así que, supongo, dentro de otros cinco años se disculpará por haber exigido que a los migrantes del Aquarius se les abandone a su suerte en las costas libias.

Nos creíamos vacunados contra la mezquindad porque en España ningún partido xenófobo tenía representación parlamentaria y ya estamos discutiendo si los manteros nos invaden y se comen crudos a los niños de pecho.

En la era de la desigualdad hay quienes agitan el miedo al extranjero y eso funciona porque el sistema permite a Salvini maltratar a los desheredados del planeta mientras que se mostró intransigente cuando Tsipras pretendió morder a la banca en los tobillos.

Así es esta Unión Europea que hoy se muestra alarmada pero no tanto, ya digo, como en los días en que Syriza quiso frenar un austericidio que no cesa.

Media Europa se desliza hacia el fascismo y eso tiene un precio. O viramos el timón o asistiremos a un futuro lúgubre.

No hay sitio para todos, brama un electorado cuyas condiciones de vida han empeorado y tiene miedo a que empeoren aún más a causa de los inmigrantes.

Pero los inmigrantes no tienen la culpa de que se hiciera una reforma laboral que fomenta la explotación ni de que ese capitalismo salvaje que se disfraza de economía colaborativa nos haya trasladado a los viejos tiempos del trabajo a destajo y la ausencia de derechos.

Y, sinceramente, me repugna más que España acoja a ese turismo de borrachera que tatúa la frente de vagabundos y vomita en los portales.

Hará falta una enorme dosis de pedagogía para que los damnificados por la globalización comprendan que su enemigo no son los pobres de otros países sino los ricos del suyo propio en tanto en cuanto se nieguen a repartir beneficios.

Sólo un fortalecimiento del Estado del Bienestar nos salvará de la hecatombe y no crean a Deliveroo cuando asegura que un tipo sudando sobre una bicicleta con una piedra a la espalda es una nueva forma de emprendimiento.

Regresa el esclavismo con nuevas maneras y, por cierto, no habría manteros si no hubiera una población que adquiere en las mantas todas esas falsificaciones con las que se disfraza de clase media. 

¿Se acuerdan cuando las monjitas acamparon en el madrileño Paseo de la Castellana para pedir 0’7 ya? Se reivindicaba un aumento de la ayuda al desarrollo y así salvar al mundo del hambre. No lo hicimos y ahora llaman al timbre de nuestra casa los hambrientos.

Asumamos, evidentemente, que el asunto es de una inmensa complejidad aunque sin caer en la apatía o el moderantismo miedoso. Que el PSOE defienda ahora las devoluciones en caliente ante Estrasburgo no es buena señal aunque, al menos, haya solucionado la última entrega del Aquarius superando algún titubeo.

Y otra cosa. No estamos en el peor momento en lo que a número de inmigrantes se refiere. Ha llegado, según los expertos, un 40% menos de desplazados a las costas de España, Italia y Grecia que el  verano pasado. ¿Quiere decir eso que no hay problema alguno? Lo hay. Pero magnificarlo sólo nos ensuciará y trasladar ese debate a la calle resulta de una irresponsabilidad impropia de partidos que aspiran a presentarse como civilizados.

Esperemos que todo esto pase y no haya quien pesque en río revuelto. Y que Rafa Hernando reflexione y, dentro de cinco años, vuelva a pedir perdón.

Daniel Serrano

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