Las cargas policiales del 1-0 fueron el mayor error estratégico del gobierno del Partido Popular en su contienda con los independentistas catalanes.
Aquellas cargas fueron legales, sí, (al menos a la juez que las dictó, Mercedes Armas, no le parecieron mal) pero no por ello menos crueles, innecesarias, inútiles, escandalosas y vergonzosas.
Visto con la perspectiva de un año, da la sensación de que aquel día, el pueblo catalán descubrió qué son y quiénes son los antidisturbios: la idea que cundió y quedó es que se trata de unos seres (guardias civiles y policías nacionales) armados como robocop, que babeaban vinagre y a los que la testosterona les brotaba incesante por todos los artificios de su cuerpo español.
El pueblo catalán es ingenuo (ya lo decía Josep Plà). O lo quiere parecer. Solo así se explica cómo esos ciudadanos ruborizados por la brutalidad y supremacía de aquellos tipos que, porra en mano, partieron de sus hogares al grito de “a por ellos”, mantuvieran durante largos años una posición tan inocua, pasiva, equidistante ante el habitual, expeditivo y legal proceder de los grupos antidisturbios sea cual sea su uniforme. ¿Hipocresía social?. Quizá. “Llueve, pero como a mi no me moja, no me preocupa”.
Pero el día 1-O, en el marco de una de las peores fotografías que ha fabricado nuestra democracia, llovió y mojó a todos los que estaban (y a los que no) en aquellos colegios con los brazos en alto y con la ingenua creencia que las fuerzas antidisturbios, en la academia de Policía, habían pasado antes por los cursos de comunicación y negociación que por el gimnasio.
Con todo, lo más grave, si cabe, fue la sensación (una especie de mantra) creada y extendida en el sector independentista (menos en la CUP) según la cual los guardia civiles y los policías nacionales eran, de forma consustancial con su origen y adscripción, poco menos que salvajes fascistas y los mossos d´esquadra, por el contrario y en base a los mismos parámetros, eran policías almibarados y guais.
Esos meta-ingenuos ciudadanos ignoraban (o querían ignorar) que en la Guardia Civil, al Cuerpo Nacional de Policía y a los Mossos d´Esquadra rige la misma ley, han ido a la misma escuela y llevan la misma porra.
El sábado los Mossos cumpliendo con la ley y el sentido común situaron diversas baterías de la BRIMO (Brigada Móvil Antidisturbios) entre dos manifestaciones adversarias. Parece inequívoco que el objetivo fue impedir una confrontación, es decir, aquellos policías de la Generalitat no se levantaron con el objetivo de zurrar a la ciudadanía, sino de impedir que ésta se zurrase entre ella.
Pero uno de los dos bandos, quizá porque pensó que los Mossos son de otro planeta y que, por lo tanto, patrullan un país imaginario donde no existe el delito ni la maldad, trató de saltarse a la torera el orden público.
Los ingenuos ciudadanos de Plà suponían que los mossos (como son tan guais) habían ido al curso de diálogo y negociación y no al gimnasio. Naturalmente, se equivocaban.
Esos ciudadanos crecidos, porque la muchedumbre envalentona una barbaridad, trataron de romper el cordón policial para vérselas con el enemigo. Y hubo cargas. Claro, cargas de manual de procedimiento policial. Sólo que esta vez los que alzaban la porra llevaban la bandera de Catalunya en el hombro y en el escudo identificativo. ¡Vaya desilusión! ¡Menudo cortocircuito!¿Qué está pasando aquí? ¿Pero estos no eran de los nuestros?, (cómo le gusta al independentismo eso de cribar entre “los nuestros” y “los otros”).
Si el coronel De los Cobos, en vez de dejar morir a los Mossos por inanición, les hubiera ordenado aquel día 1-O de 2017 ( formaba parte de sus atribuciones y de sus prerrogativas como mandamás coronado así por la fiscalía), que arremetieran con la Guardia Civil y el CNP en aquellos colegios repletos de ciudadanos pacíficos…, ¿qué hubiera sucedido? ¿Se imaginan? Pero eso no pasó, no formaba parte del plan para arrodillar a los Mossos una vez su Major había sido convenientemente humillado por fiscales, jueces y colegas de profesión.
Y Torra, a todo esto, desconcertado y superado (como casi siempre) anuncia que “analizará” las cargas de los Mossos. ¡Toma ya!. Como ya ha informado este medio, un subinspector de la Brigada Móvil que ayer formó parte del cordón policial ha comentado “pues la próxima vez que se ponga el president y los diputados de la CUP en medio para evitar los disturbios”.
Cuánta ingenuidad. Cuánta hipocresía. Cuánta injusticia. ¿Dónde estaba Torra y los “ingenuos” cuando la Guardia Civil, la Policía Nacional y los Mossos han aporreado a periodistas, okupas u obreros en lucha?
Carlos Quílez