¿Sabes qué significa brecha de género? Es la diferencia entre las tasas masculina y femenina en la categoría de una variable. ¿Y qué variable es esa? Pues hay infinidad, como laborales, económicas, domésticas, políticas, educativas y un largo etcétera. Veamos algunos ejemplos:
Laborales porque, en un mismo puesto de trabajo, la mujer habitualmente gana menos que el hombre solo por el hecho de ser mujer. Esto tiene su repercusión también a nivel económico, y es que las mujeres constituyen el 50% de la población y también engrosan las listas del paro por encima de los hombres.
Domésticas porque la realización de las labores del hogar y la crianza de los hijos recaen mayoritariamente en la mujer, independientemente de que esta trabaje fuera de casa o no.
Políticas porque no hay más que mirar a nuestros representantes políticos, no solo en España sino también en el resto del mundo, para ver que la mayoría son hombres.
Educativas porque, según datos de la UNESCO, dos tercios de los analfabetos a nivel mundial son mujeres, de hecho, en nuestro país, de la población adulta que no sabe leer ni escribir, las mujeres alcanzan casi el 70%.
Un último ejemplo de los muchos que hay. Según el Ministerio del Interior, en España se producen 3 violaciones al día, donde más del 98% son llevadas a cabo por hombres. Aquí hablar de brecha hasta me parece un eufemismo, máxime porque además sabemos que no todos los delitos contra la libertad sexual son denunciados.
Hablamos de brecha porque existen grandes diferencias entre mujeres y hombres en esas variables y otras muchas. Si esa brecha disminuyera, se tendería a la igualdad entre ambos géneros, cosa que, a día de hoy, es harto difícil.
Los trabajos realizados mayoritariamente por mujeres parece que se valoran y se pagan peor, un claro ejemplo, el de las trabajadoras domésticas, en femenino. Y hay quien dirá que la remuneración es más baja porque va acorde a la cualificación que, en este caso, es inferior; bueno, como he comentado antes, en general, las mujeres ganamos menos que los hombres independientemente de la cualificación del puesto y eso sucede solo por el hecho de ser mujeres, así que, quizás, es que en esa brecha de género resulta que, además, los trabajos asociados a las mujeres están, efectivamente, infravalorados y, consecuentemente, peor remunerados.
La presencia femenina en altos cargos empresariales es mínima, los empresarios no quieren mujeres directivas, pero sí secretarias, y esto, aparte de machismo, es otro ejemplo de infravaloración. Y es que, ¿podríamos hablar de que el trabajo realizado mayoritariamente por mujeres se ha devaluado? A lo mejor ni eso, porque para que algo se devalúe, antes ha tenido que tener un valor que luego haya disminuido y, a la vista de nuestra historia, parece que ese valor nunca lo hemos tenido por mucho que nos correspondiera.
La limitación del ascenso laboral de las mujeres dentro de las organizaciones es también conocido como “techo de cristal” porque, aparte de ser difícil de traspasar, se construye sobre barreras invisibles que es complicado detectar, y esto hace que las pocas medidas promulgadas para evitar su existencia tengan serias limitaciones.
La expresión “techo de cristal” fue utilizado por primera vez en el año 1978 por Marilyn Loden, escritora y consultora estadounidense, durante una mesa redonda sobre las aspiraciones de las mujeres. Esta mujer era profesional de recursos humanos de una empresa de telecomunicaciones a la que su jefe le decía que sonriera más en las reuniones; que oyó decir en varias ocasiones que el avance de las mujeres a nivel de la gerencia media estaba degradando la importancia de esos puestos; y a la que le dijeron que, a pesar de la mejora en su rendimiento, la promoción que esperaba sería otorgada a uno de sus pares masculinos por el motivo de que él era padre de familia y el principal sostén de la misma, así que necesitaba más el dinero.
Cuarenta años después, la situación no ha variado mucho en cuanto a ese techo de cristal que también va unido al denominado “suelo pegajoso”, es decir, a aquellas fuerzas que mantienen a las mujeres mayoritariamente asociadas a la realización de las tareas domésticas y la crianza de los hijos, tareas que son un obstáculo para el desarrollo profesional de la mujer y que aumentan esa brecha de género.
La brecha salarial en España es del 14,2%, es decir, ese es el porcentaje de media que las mujeres ganamos menos que los hombres por desempeñar los mismos puestos de trabajo, así que es muy significativo saber que en las fechas que nos encontramos y de aquí a que acabe el año, las mujeres estamos regalando nuestro trabajo porque de media son 58 días los que, por el simple hecho de no haber nacido hombres, cobramos de menos. A este paso y con tantas brechas y de tan considerable tamaño, lo raro será que no terminemos desangradas.
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