A pesar de encontrarnos en el siglo XXI y haber hechos tantos avances tanto tecnológicos como científicos,una gran parte de las personas que padecen algún tipo de trastorno o desequilibrio mental siguen siendo tratadas despectivamente por su entorno y la sociedad. Muchos consideran que las personas que padecen una depresión, se les pasará simplemente saliendo a la calle y tomando una copa. Otros consideran que acudir al psicólogo es característico de personas con cierta debilidad mental, ya que uno mismo ha de ser capaz de solucionarse sus propios problemas. Todas estas creencias son fruto de la desinformación e ignorancia sobre el tema. La mente es una parte más de nuestro cuerpo, y como tal también se enferma o debilita en momentos determinados de la vida.
Ya en la época de Sócrates o Platón, la psique comenzaba a interesar mucho, pero más desde un punto de vista filosófico y metafísico. Aún así no podemos olvidar sus grandes aportaciones al desarrollo de la psicología. Incluso el famoso médico Hipócrates dedujo que los desequilibrios de los humores se debía tanto al físico como a la psique.
Con la llegada de la Edad Media, los avances científicos en Europa se vieron frenados por el inmenso poder que comenzó a adquirir el cristianismo. Los comportamientos y malestares que no tenían que ver con un problema físico conocido, eran inmediatamente considerados cosas del diablo. Sin embargo, el mundo árabe sí era más abierto en aquella época y siguieron tanto observando como describiendo enfermedades de la mente.
En el siglo XIX, se comenzó con la psicología experimental gracias a Wilhelm Wundt. El funcionalismo del hermano del escritor Henry James, william, ayudó a conocer más a fondo las funciones mentales. También fueron de gran valor los estudios del estructuralista Edward Titchener sobre las sensaciones y pensamientos.
Con esto queremos decir que el estudio de la mente ha sido una causa importante para los hombres y mujeres de ciencia prácticamente desde que el mundo es mundo.La psique es una parte esencial del ser humano, y siempre ha interesado su funcionamiento. El problema es que, socialmente, no se ha hecho un buen trabajo a lo largo del tiempo con respecto a la forma de afrontar este tipo de enfermedades o trastornos. De hecho, en muchas ocasiones se prefería que el familiar tuviera un problema físico grave a una patología de tipo psicológico o psiquiátrico, lo cual siempre significaba convertirse en estigmatizado.
Los que sufren de problemas mentales han tenido que enfrentarse siempre a una doble lucha, si no triple. En primer lugar la aceptación de que se padece un problema que la mayoría considera vergonzoso o típico de pusilánimes. Después, la presión de la familia cuando es necesario seguir un tratamiento farmacológico. Nos gustaría detenernos en este punto, el cual no es propiamente psicología, pero es innegable que un buen tratamiento farmacológico por parte del psiquiatra es indispensable, en muchas ocasiones, para que las sesiones de psicología produzcan el efecto benefactor deseado. Miles de personas que podrían tener una calidad de vida aceptable a pesar de su patología, prefieren renunciar a ella antes que tomar medicamentos para la salud mental. La opinión y peso social gana, ellos pierden.
Los estereotipos han conseguido que la mayoría de ustedes se imaginen la consulta del psicólogo con el típico diván y un señor con pipa, dejándoles hablar todo lo que quieran mientras rellena un crucigrama. Por esta razón, muchas veces los afectados por estas enfermedades oyen cosas tan chuscas como: “para ir al psicólogo y que te saque el dinero, mejor habla con un amigo o confesarse con el cura”. Descorazonador, y muy humillante para aquel que acude a terapia. Dentro de la psicología hay varias escuelas, usted puede elegir cuál le interesa más y así acudir al terapeuta más adecuado para sus necesidades. La terapia no es sólo hablar y que te escuchen. Es un duro trabajo, un viaje hacia dentro de nuestra psique para descubrir qué anda mal y aprender a cambiarlo. Una vez que la persona emprende el camino de la psicoterapia, el camino será largo y fatigoso, pero finalmente reconfortante
Respondiendo a la pregunta que planteamos en el título del artículo, en absoluto es cosa de locos acudir a psicoterapia, podríamos decir incluso que todo lo contrario. Una persona que acepta que tiene un problema y lo soluciona de la mejor manera posible sin que influya en ella el qué dirán, demuestra valentía, fortaleza y espíritu de lucha.
Con la salud no se juega, no nos avergoncemos más de necesitar ayuda psicológica y no acudamos a la consulta de estrangis y evitando a los vecinos. Seamos inteligentes y apostemos por nosotros, invertir en psicoterapia significa obtener grandes beneficios en el futuro.
Susana Alba Montalbano