Los días en que Podemos se levanta hirviendo en sus contradicciones internas se le pone buen humor al progre opinante en tertulias y otras tribunas de opinión. El progre, tan añorante del 68 como de las fabulosas mayorías absolutas felipistas, cree firmemente en que la solución para la izquierda española es que Podemos desaparezca como un mal sueño e Íñigo Errejón se convierta en un Diego López Garrido que mandar a un despacho mal ventilado de la calle Ferraz.
Ahora ha tocado bronca por la candidatura de Madrid y resulta de lo más curioso que los mismos y mismas que denuncian el “hiperliderzago” y “caudillismo” de Pablo Iglesias pasen por alto que Manuela Carmen imponga su criterio sin encomendarse a Dios ni al diablo, a primarias ni a partido político alguno. Como cantaba Farmacia de Guardia (injustamente olvidado grupo de la Movida): “Ella es demoledora”.
El progre sonríe ante los puñetazos entre facciones de Podemos y sueña con que vuelva a edificarse la casa común de la izquierda en el PSOE y regrese el plácido bipartidismo. También está el rojo furioso que votaba Izquierda Unida y que quiere volver cuanto antes a la irrelevancia porque lo de tener poder es un lío.
Podemos se enfrenta a sus demonios y en Madrid insurreccionan concejalas y concejales al grito de ¡antes morir que perder la vida! Emprenden las fuerzas del cambio en la capital un camino suicida que puede conducir a que gobiernen la ciudad Ciudadanos, PP y VOX.
El progre también tiene su vertiente humorística y en El Intermedio se ríen de Julio Rodríguez por viejo y chocho. Manuela Carmena es la exultante juventud primaveral con quien bromear resulta de mal tono. Al fin y al cabo, dicen los progres, es una de las nuestras, anciana de la tribu que hizo la Santa Transición y que, una vez Podemos la condujo a la alcaldía, decidió que la alcaldía era suya en exclusiva y que ella no debe nada a nadie.
Quienes no somos progres andamos dubitativos e iracundos porque queremos que Madrid continúe su camino de cambio y, a la vez, nos repugna el espectáculo ofrecido.
Según algunas informaciones, todo el follón vino de que Jorge García Castaño se podía quedar fuera del próximo gobierno municipal porque Julio Rodríguez le puso muy abajo en la lista y ustedes se preguntarán quién es Jorge García Castaño y bien que hacen.
Yo de los insurrectos sólo conozco a Paco Pérez, alcalde de Vallecas y extraordinaria persona, al cual le perdono (incluso) este motín incomprensible.
Del resto eludo opinar ya que, como soy un antiguo, voto ideas y proyectos y no (como decían los curas antiguos) a personas humanas dependiendo de si su rostro me inspira bondad.
Y, mientras, el progre se toma el desayuno con una felicidad inopinada. Se permite un cigarrito soñando con un futuro que se parezca a los carteles que hizo José Ramón Sánchez al PSOE en las elecciones de 1977.
Pero la realidad es que, si uno mira las encuestas (excepto las que cocina Tezanos), puede observarse una corriente subterránea que suma muchos votos a la derecha y a la derecha de la derecha.
Por lo pronto, voy a mirar si a las municipales se presenta el prosoviético Partido Comunista de los Pueblos de España y a lo mejor le voto.
Daniel Serrano