Los seres humanos siempre corremos el riesgo de vivir en piloto automático y desconectarnos de nosotros mismos. Ciertamente, transitamos como autómatas y andamos dormidos buena parte de nuestra existencia. Eso es lo que siento, por ejemplo, al leer opiniones como «ni un emigrante más aquí» (incluso siendo emigrantes) o «tal problema no tiene solución y lo mejor es dejarlo pasar y mirar para otro lado».
Hoy es evidente que el lado más oscuro de los seres humanos —violencia, intolerancia, indolencia— proviene de los problemas de conciencia. De una conciencia muy pobre, que no se desarrolla desde y hacia el bien común, sino desde el egoísmo, la avaricia y la apatía, las tres grandes calamidades espirituales que padece la humanidad.
Sin embargo, vivir no es complejo si entendemos que la vida merece estrategia. No es solamente respirar y caminar sin ninguna conciencia del mañana y de lo que queremos alcanzar. Sobre todo, vivir implica movernos hacia lo que queremos, pero con una planificación de cómo lograrlo. Puede ser difícil si, en piloto automático, no asumes responsabilidades por nada. Entran aquí en juego eso que llaman «el azar, la suerte, el destino», que son posiciones más cómodas pues no nos involucran en la solución y nos dejan como espectadores de nuestra propia vida.
Muchas veces buscamos afuera las respuestas que residen dentro de nosotros. Te lo ejemplifico con evidencia científica. Según la Revista de Psicología Iztacala, de la Universidad Nacional Autónoma de México, unos 240 programas médicos a nivel mundial utilizan algún tipo de meditación para reducir el estrés y como tratamiento para enfermedades crónicas.
Si desde la ciencia médica tradicional ya hay esa convicción de que la meditación o el mindfulness son vías muy efectivas para calmar nuestra mente, ¿por qué aún insistimos en hacernos daño cediendo nuestro poder a situaciones, personas y emociones que no nos convienen?
Tomando en cuenta esto, en enero de 2019 tendrá lugar en Carolina del Norte (Estados Unidos) el retiro Conciencia Divina, con un enfoque de desintoxicación de todo aquello que nos limita y nos impide vivir despiertos. Y es que pareciera que la conciencia colectiva se ha ido moviendo hacia una mayor comprensión de que somos parte de un todo y que, en la medida en que tengamos ese verdadero despertar, viviremos en armonía.
¡Mientras más pronto despertemos del letargo, más podremos aprovechar las dichas que nos ofrece la vida!
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