La semana pasada hablaba del caso de Irlanda en el que se absolvía a un acusado de violación por el absurdo hecho de que su víctima llevara un tanga de encaje. Esta semana, dos nuevas sentencias en España demuestran la prevalencia del machismo en la justicia de manera descarada e intolerable.
Los magistrados de la Audiencia de Lleida dictaminan que no ha habido ni violencia ni intimidación y, por tanto, no se considera violación, sino solo abuso, al hecho de que dos hombres agredieran sexualmente a una mujer solo porque no chillara ni ofreciera resistencia física, aunque en repetidas ocasiones ella dijera “no” y “por favor, para”.
La misma sala de la Audiencia de Pamplona que dictó la injusta sentencia de “la manada” considera que no procede el delito de homicidio en grado de tentativa en el caso de un hombre que agredió con un cuchillo a su mujer e intentó asfixiarla delante de sus hijos de 3 y 6 años, sino maltrato ocasional, solo porque el agresor decidiera dejar de asfixiarla voluntariamente.
En el primer caso, entre otras cuestiones, me pregunto ¿qué parte no se entiende de “no” y “por favor, para”? Y, en el segundo caso, ¿acaso habrá que dar también las gracias al agresor porque dejara de apretar el cuello de la víctima?
Estos son solo dos ejemplos recientes, pero sentencias similares a estas se producen con frecuencia en nuestra justicia sin que trasciendan como noticia y, lo que no se hace visible, por desgracia, no existe. Para tratar de evitar esto, “Women´s Link Worldwide”, organización internacional sin ánimo de lucro que usa el poder del derecho para promover un cambio social que favorezca los derechos de las mujeres y las niñas, en especial, de aquellas que enfrentan múltiples inequidades, organiza los “Premios de Género y Justicia al Descubierto”. Estos premios, que serán conocidos en esta semana, en 2017 otorgaron el galardón a la decisión que hace retroceder la equidad de género a una sentencia española en la que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía rebajó la pena de prisión de un hombre que asesinó a su expareja de 30 puñaladas aduciendo que no hubo ensañamiento. ¿En serio? ¿30 puñaladas no son ensañamiento? ¿Qué cantidad de puñaladas se tipifica como ensañamiento, de 31 en adelante o qué? Increíble.
España también recibió un premio a decisiones que ayudan a promover la equidad de género, como fue una sentencia del Tribunal de Justicia de Canarias que, por primera vez, definió jurídicamente la técnica de juzgar con perspectiva de género; pero esto parece más bien una excepción porque este año es el segundo consecutivo en el que España es el país nominado con más sentencias machistas a estos premios de “Women´s Link Worldwide”. Este tipo de galardones intentan dar visibilidad a todas estas injusticias.
La perspectiva de género es una herramienta de análisis que pretende explicar la desigualdad e inequidad entre mujeres y hombres enfocando las situaciones de manera que se considere la diversidad de formas en que se producen las relaciones de género a nivel social y con el objetivo de promover la igualdad entre ambos. Que esta perspectiva de género sea tenida en cuenta a la hora de juzgar es básica para que se produzca un cambio de mentalidad en el poder judicial no solo de este país, sino de todo el mundo. Pero, para ello, es básico que se forme en este sentido a todos aquellos que tienen la responsabilidad de impartir justicia en estas materias, sobre todo, a aquellos que siguen inmersos en una cultura machista de la que parece que no quieran salir. Aunque, para estos últimos, dudo que una formación así tenga alguna utilizad, ya que impartir justicia adoleciendo de una tremenda falta de sentido común de base, me temo sea irrecuperable.
Una cultura machista, una falta de educación de los magistrados en perspectiva de género, una falta de sentido común y una tremenda falta de empatía con las víctimas forman una mezcla explosiva que no solo evita tener sentencias justas, sino que hace pensar que un escenario así sea harto difícil en el corto e incluso en el medio plazo.
El poder judicial en este país no solo no es independiente del poder político, hecho que es tremendamente grave y, últimamente, bastante evidente, sino que, aparte, hace aguas por todas las cuestiones planteadas. ¿Cómo vamos a poder confiar en una justicia que lo que hace es revictimizar a las víctimas y las lleva a lo que se conoce como indefensión aprendida, es decir, a pensar que, hagan lo que hagan, va a dar igual?
En la indefensión aprendida, las víctimas que han tomado medidas como, por ejemplo, denunciar a su agresor, pero cuyo resultado no ha sido fructífero, como ocurre en las tristes sentencias vistas, terminan desarrollando una conducta de pasividad porque ven que sus intentos no han servido de nada, no solo han pasado por un duro proceso, sino que han vuelto a ser maltratadas por la justicia. Esto, se convierte en un modo de pensar que limita a estas personas y se convierte en un lastre en sus vidas porque afecta enormemente a su autoestima, entre otros.
Si el sentido común no llega, si la perspectiva de género brilla por su ausencia, en definitiva, si el machismo es lo que prevalece, quizás haya que pensar en optar por la opción de que aquellos que no ven indicios de violación o de violencia machista donde está más que claro que sí la hay, prueben de su misma medicina, es decir, que lo experimenten en sus propias carnes para ver si, de una vez por todas, les llega la iluminación y, por tanto, el necesario discernimiento.
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