jueves, noviembre 21, 2024
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Taxonomía de gilipollas

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 La taxonomía es imprescindible tanto para navegar por las escuelas filosóficas como para organizar una ferretería. Si confundes a Nietzsche con Engels o a Platón con Aristóteles tienes las mismas posibilidades de caer en el error que, si en la ferretería, mezclas las tuercas hexagonales con los tornillos redondos.

   Siempre que hay un atentado del radicalismo musulmán surge una pléyade de gilipollas que conviene clasificar para poder identificarlos correctamente. Y, según un somero estudio, aparecen tres grandes grupos, debidamente diferenciados:

Gilipollas de la culpabilidad: si hay una masacre en París, o en Bruselas, o le rebanan el cuello a un periodista, que ha ido a informar, es un fallo nuestro, occidental, porque no hemos sabido seducir a estos jóvenes criminales  con nuestros valores. Además, mientras los padres intentan saber si ese trozo de brazo es de su hija, en el doloroso proceso de identificación, ellos se suben a la tribuna más cercana para proclamar que no todos los musulmanes son así, no sea que mañana, en el colmado, le vayan a hacer un gesto arisco a la musulmana del barrio.

Gilipollas de la reacción: los atentados terroristas forman parte de la acción-reacción. La culpa es de Estados Unidos; de no dejar que los afganos se masacren entre sí, incluso del error de España por haber ganado la batalla de Lepanto. De no vencer , Europa sería musulmana y estaríamos tan ricamente, siendo unos musulmanes de provecho, y huyendo de los musulmanes más extremistas que nos acusarían de tibios, como en Siria o en África.

Gilipollas de la observación. Son los  más ambiguos y, por tanto, los más peligrosos. Pertenecen a la misma casta gilipollas de los que, ante el maltrato a una esposa, sospechan qué es lo que le habrá hecho ella al maltratador. No conciben que el yihadista sea malvado y cruel, y se ponen a observar, a ver si encuentran pruebas de que la culpa es de Estados Unidos, y se hermanan con grupo de gilipollas anterior.

La diferencia fundamental entre el gilipollas y el tonto contemporáneo es que este último, en su tremenda torpeza alberga algún punto de inocencia, mientras que el anterior, viste de ingenuidad su calculada  malicia.

Luis del Val

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