La próxima generación de la UE: ¿pero quién es el Papa Noel ? La inmensa cantidad de recursos puestos a disposición de España en comparación con Italia es la consecuencia de nuestros fracasos como países ¿Qué hacer con los fondos de la próxima generación de la UE? Según el Istituto Bruno Leoni en Italia: Fácil: riegue con dinero todos los campos donde sea posible cultivar la mala planta de consentimiento a corto plazo, prestando poca o ninguna atención a los brotes de crecimiento que ya están luchando por abrirse paso entre las malas hierbas.
En Italia, este es el sentimiento que se desprende de la lectura de los borradores del plan filtrado recientemente. Los deseos de los ministerios suponen un total de 677.000 millones de euros, más del triple de las asignaciones europeas, pero, sobre todo, casi la mitad del PIB previsto en 2020. En resumen: una larga carta a Papa Noel. La heterogeneidad de la lista es de lo más llamativa: va desde misiones, al menos superficialmente consistentes con los objetivos europeos, a una plétora variada de hipótesis entre mecenazgo y lo absurdo (incluido el lanzamiento de una plataforma pública para competir con Amazon).
A pesar de esta confusión, hay un elemento unificador entre las propuestas: no se encuentra tanto en la larga lista de solicitudes, sino en las ausencias conspicuas. En el plan italiano, no hay ningún signo de comprensión de la naturaleza de la crisis actual (y sus causas profundas, que preceden y prescinden de Covid), ni una idea sobre cómo estimular la productividad. Al contrario: realmente no hay conciencia de que ninguna estrategia puede tener éxito a largo plazo si no se centra en la productividad.
¿Cómo debe invertir España los 140.000 millones de la UE?, sin caer en errores como los AVE y autovías vacías o los planes E. Bruselas examinará los planes que presente el Gobierno de Sánchez. Su elección será fundamental para que la recuperación económica llegue a buen puerto en poco tiempo. Bruselas cifra en 720.000 millones el agujero de capital en las empresas europeas. Bruselas quiere una eurotasa a las multinacionales para pagar la reconstrucción post-covid. Sánchez deberá enviar a Bruselas un plan de reformas en octubre si quiere dinero de la UE.
En los próximos dos años, España podrá acceder a unos 140.000 millones de euros del fondo para la reconstrucción de Europa. Se trata de una multimillonaria cuantía que se entregará en forma de préstamos y entregas a fondo perdido para que este país modernice su economía y salga reforzado de esta crisis.
Bruselas ya ha avisado de que no va a permitir cualquier inversión, y recuerda que todas las medidas deben estar alineadas con los principios básicos que rigen la política europea de cara a los próximos años, con una fuerte apuesta por la sostenibilidad medioambiental. De hecho, se harán exámenes a los programas que desarrollen los estados, y la evaluación será esencial para el desembolso de las ayudas.
De lo que se trata, en definitiva, es de evitar los errores del pasado, cuando los programas de la Unión Europea servían para financiar costosas infraestructuras que luego no sirvieron para nada. Inversiones en planes E o en la construcción de autovías o estaciones fantasma de AVE que luego no obtuvieron el rendimiento esperado.
Aunque todavía no se ha filtrado el plan que presentara Sánchez. Desde el gobierno italiano niegan, pero, al negar, dan fe de su veracidad. Italia nos servirá de ejemplo. Esperemos que el proyecto final sea del signo contrario, pero esto parece completamente improbable. Es más probable que sea podado por los pedidos más incomprensibles o injustificables, también para volver a entrar en la senda del desarrollo (por generosa que sea) con los 209 mil millones destinados a Italia y de los 140.000 millones a España. Pero este dinero, si se gasta mal, sin tener en cuenta el largo plazo, no hará ningún bien a nuestras perspectivas de desarrollo y, de hecho, podría perjudicar.
En resumen, el gobierno italiano y español, como buenos meridionales, parecen no haber entendido completamente el hecho lamentable, que está en la base de la existencia misma de la próxima generación de la UE. La inmensa cantidad de recursos puestos a disposición de Italia y de España no son nuestro éxito político: son la consecuencia de nuestro fracaso como países. No tiene mérito haberse convertido en el principal problema de Europa, no hay orgullo en ser de los que tendrán que tomar la dosis más masiva de medicamento, incluso si, en el paladar, la medicina puede parecer dulce.
Bernardo Rabassa
Bernardo Rabassa