El pasado Domingo, Rafa Nadal, en esa gran final que jugó contra Djokovic, consiguiendo su 13º Roland Garrós, tenía un gran propósito: conseguir ese triunfo para España.
La gran emoción, con la que escuchó el himno nacional, incluso llegando a llorar. Eran lágrimas de amor, de generosidad, de humildad, de haber logrado poner su granito de arena con su triunfo, a que España recupere el lugar perdido. Rafa es un gran líder de servicio.
Nadal, tiene un gran compromiso con España. El nunca ha dudado en hacer uso de su prestigio internacional, para ayudar a que nuestro país tenga relevancia en el mundo, de hecho, es embajador de la marca España.
Rafa quiere a su país y se siente orgulloso de ser español. Ese fue, su gran impulso, su motor, su fuerza. Cómo decía Mahatma Gandhi “El amor es la fuerza más humilde, pero la más poderosa de que dispone el mundo” él utiliza esa gran herramienta para promover su justa causa.
Algunos rápidamente pusieron el acento en el dinero que iba a ganar con ese torneo, seguramente para generar la envidia, que es lo que nos está destruyendo a los españoles.
Rafa es una persona con valores firmes. La lealtad, el amor a su país, a su familia, a su ciudad natal, a sus vecinos, como demostró poniéndose las botas y ayudando a limpiar las calles de Manacor en las graves inundaciones de Mallorca. Su decisión de seguir viviendo en España, aunque seguramente, tenga a un batallón de fiscalistas diciéndole que económicamente no es su mejor opción. Su generosidad, su Fundación y la escuela de tenis, en la que enseña a los niños a alcanzar el éxito. Humildad, en sus palabras y actos nunca hay ego. Justicia, reconociendo el triunfo de sus adversarios.
El liderazgo de Rafa viene del ser, no del tener. Su trabajo constante, su resiliencia ante la adversidad ¿cuántas veces se ha dicho que Rafa estaba acabado?, su capacidad de comunicación, su empatía, su valentía defendiendo aquello en lo que cree aún a costa de saber que va a recibir críticas y una red de relaciones que incluye a sus adversarios en la cancha.
Los españoles estamos librando una gran batalla contra el covid 19, pero también contra la falta de valores en la sociedad. Muchos pensábamos, que el trabajar para tener el cargo en la empresa, la mejor casa o el mejor coche, era el camino al éxito.
Este Domingo, los españoles hemos recibido nuestra gran lección mediante el ejemplo. Todos podemos ganar nuestro Roland Garros particular. Para lograrlo, tenemos que buscar nuestro propósito de vida que exceda de nosotros, perseguirlo, tener valores firmes y ser capaces de transmitirlos con el ejemplo, trabajar las habilidades, generar tu red de relaciones en base a la generosidad y haciendo grandes a los demás, buscando la excelencia.
Teresa de Calcuta decía “La palabra convence, pero el ejemplo arrasa” Nadal nos ha regalado su ejemplo, mostrándonos el camino. ¡Gracias Rafal!
Myriam González Navarro
Myriam González Navarro