Hablar del Covid para los pocos que todavía no se han infectado de la opinión generalizada impuesta, es casi tabú. No es necesario ser un negacionista para tener un juicio distinto al oficial, ese que cacarean 24 horas al día por todos los canales posibles. Tampoco es imprescindible ser epidemiólogo para emitir una opinión, con ser capaz de escuchar a todas las partes y documentarse lo más ampliamente posible, es suficiente. Me encantan los ejemplos y los contrastes, elementos que nos ponen frente al espejo y hacen que se nos cierre la boca de golpe, obligándonos a reflexionar sobre las muchas sandeces que hemos ido propagando, esta vez sí, como un verdadera infección.
El Covid existe, por supuesto, ha existido siempre, coronavirus tenemos todos los años en el mundo. También existen los datos oficiales, esos que nos recuerdan, aunque casi nadie los revise, que el año pasado hubo en España 800.000 contagiados por gripe convencional, siendo 52.000 de ellos ingresados y por desgracia, 15.000 acabaron falleciendo. Unas cifras que si las hubiéramos retransmitido en directo a diario, también habrían provocado alarma social y angustia en la sociedad. En España fallecen cada año del entorno de 400.000 personas, cifra similar a la de nacimientos. Se llama ley de vida. Nunca hasta hoy se había inoculado un miedo tan atroz y se nos había parado a todos por una enfermedad.
Una marea de científicos, más de 17.000, suscribe que los confinamientos son perjudiciales, advirtiendo de los efectos negativos que producen los cierres generales, secuelas devastadoras en la salud pública a corto y largo plazo. Hay datos de sobra que demuestran que están empeorando las enfermedades cardiovasculares, se producen menos detecciones del cáncer y es progresivo el avance del deterioro de la salud mental. Todo esto nos conduce a un mayor exceso de la mortalidad en los próximos años. ¿Tienen estos 5.000 científicos y 12.000 médicos menos razón que el histérico colectivo restante?. ¿De verdad están sirviendo para algo las miles de ocurrencias que a diario tiene nuestra infantil clase política para evitar la propagación de contagios?.
La única solución real que existe es la existencia de una vacuna que no está ni, a corto plazo, se le espera, por mucho que los intereses de estos mediocres que nos mal gobiernan, digan lo contrario. Los mecanismos que se han empleado hasta ahora para atajar el virus han sido nefastos, por lo que es inviable seguir queriendo corregir este problema imitando al pulpo que tapa cada agujero que le surge, cuando ya no le quedan más tentáculos. ¿Se pueden parar las gotas de agua cuando llueve?, no, pero te puedes poner a cubierto para no mojarte.
La manera más humana de abordar esta situación es la de permitirle a la gente vivir su vida con normalidad, para alcanzar la inmunidad al virus a través del contagio natural, mientras protegemos mejor a aquellos que se encuentran en mayor riesgo. Todos somos conscientes que hablamos de una gripe, con características distintas, pero una gripe más, que afecta en el 99% de los casos a personas mayores con patologías previas. Protejámosles, pero no hundamos en la miseria al resto. Protección focalizada se llama, que se aplica pronto o nos moriremos de hambre arruinados, nos volveremos locos o nos terminaremos suicidando. El cierre de negocios, el incremento de las listas del paro, las colas del hambre, el creciente deterioro psicológico y la silenciada creciente lista de suicidios, son la angustiosa verdadera realidad hacia la que vamos de cabeza.
El dengue, el ébola o la fiebre amarilla siguen haciendo estragos en África a día de hoy, donde han muerto más de un millón de personas por malaria en los últimos diez años, amén de los 140.000 que anualmente lo siguen haciendo por sarampión (en el año 2.000 fueron dos millones). Mientras que las infecciones respiratorias, el sida y la diarrea, siguen siendo las que más mortalidad producen. Eso por no hablar del hambre que en pleno siglo XXI sigue segando la vida de miles de niños a diario. ¿Han parado los gerifaltes el mundo para corregir alguno de estas epidemias?, ¿verdad que no?, pues son muchos los años que existen y todos lo sabemos. ¿Por qué entonces este denodado interés por destruir el modelo de sociedad que tanto nos ha costado construir?, ¿de verdad que no os hacéis esa pregunta cada vez con más insistencia?. Estoy convencido que detrás de este virus hay intereses… que no alcanzo a entender. Intereses similares a los que hay detrás de cada guerra, la diferencia es que esta es sin armas de fuego. Han utilizado una mucho más poderosa, el miedo.
De los 7.000 millones de seres humanos que habitamos el planeta, cada año fallecen 70, el 1%. De los 70 de este año, 1 será con Coronavirus. Ahí lo dejo para que reflexiones. El agotamiento de la gente y el progresivo empeoramiento de las condiciones de vida, son el caldo de cultivo que hará que la sociedad en general no consienta que esta barbaridad continúe por mucho más tiempo.
Leopoldo Bernabeu
Leopoldo Bernabeu López