Con la valiosa ayuda del propio secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, el caudillo chavista-leninista de Podemos, Pablo Manuel Iglesias, ha logrado su objetivo: sembrar la cizaña en un partido histórico y dividir a sus dirigentes. Sánchez le echa una mano extendiendo la división a los militantes en una antiestutaria consulta directa sobre una todavía inexistente propuesta de pactos con terceros.
Al no existir la propuesta, la trifulca viene a ser preventiva. Sin embargo, arde el PSOE y las llamas no son virtuales ni mucho menos. El incendio se escenificó en el Comité Federal del sábado pasado como un daño colateral del bloqueo en la tarea de dotar de nuevo Gobierno a la España política alumbrada en las urnas del pasado 20 de diciembre. Tarea asignada al Rey, enfrentado a un vacío legal que genera riesgos evidentes de parálisis institucional cuando el ganador declina el encargo.
El legislador no previó que el ganador de las elecciones eludiera someterse a la investidura parlamentaria como candidato. Si también declina el segundo, el Rey se vería abocado a tirar por la calle del medio antes que tener al país tanto tiempo sin Gobierno. A saber: un candidato que se preste a vivir su minuto de gloria a fin de que empiece a correr el plazo de dos meses. O una consulta a los altos tribunales que le diera una interpretación «cualificada» de respuesta al vacío legal.
Ahora el Rey seguirá confiando en que, después de la segunda ronda de consultas a los jefes de fila de base parlamentaria, que termina el martes, o al hilo de las «sucesivas propuestas» previstas en el artículo 99 de la Constitución, un candidato u otro termine aceptando el encargo y corra el plazo hasta la repetición electoral por falta de candidato. En el PP, por boca de su vicesecretario general, Javier Maroto, dicen que Rajoy volverá a declinar porque las circunstancias (el imperio de la matemática) siguen siendo las mismas y, se supone, no está dispuesto a representar su soledad política en el Parlamento..
En el PSOE, en cambio, varios dirigentes han confirmados que su líder, Pedro Sánchez, está dispuesto a asumir el encargo del Rey si se confirma que, efectivamente, Rajoy se da por vencido. La carga de la prueba se desviaría hacia el líder socialista, que ha de estar dispuesto a desafiar las matemáticas mientras lo que se escenificaría en el Congreso es lo que dentro y fuera de su propio partido entienden valoran como una alianza tóxica. Con Podemos, que sueña con liquidar al PSOE. Sánchez la ha venido defendido de modo más o menos explicito. Y esa es la made del cordero en la crisis interna que está viviendo el PSOE.
La madre del cordero se llama desconfianza. Aunque Sánchez se harte de decir que no será presidente «a cualquier precio», que pondrá el programa por delante de los puestos y buscará pactos hacia la izquierda (Podemos) y hacia la derecha (Ciudadanos), sus barones han puesto en cuestión su liderazgo porque en el fondo creen que busca en la izquierda mochilera la armadura contra sus adversarios internos.
Antonio Casado