jueves, noviembre 21, 2024
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Una tonelada de ferralla

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Mediada la primera parte, Benzemá controló el balón a su manera, sinlevantar sospechas, dejándolo acompasarse con su ritmo interior. Tallóun amague y dijo que no. Echó la zancada por delante y volvió afrenar.  El defensor perdió la paciencia y entró al trapo. Fue despedido de la jugada sin consideración. La defensa no se había desmoronado, como no lo hizo en todo el partido a pesar de las sacudidas con las que el Madrid, incluso jugando sin ángel, somete a todas las líneas de fuga alrededor del área rival. Cristiano tenía tres hombre encima y salió de plano, para volver a entrar en solitario cuando se abrió un haz de luz que lo conectaba con Karim. En el resto del encuentro, por delante y por detrás del momento decisivo, la cámara estuvo sellada. El francés ejecutó hacia atrás y Ronaldo empujó la pelota a gol con alguna parte de su anatomía.

 

Esto es lo que se puede contar del partido. El resto: torsiones

estructurales, paseos acompañados hasta el fin del campo, las gracias

de Isco cuando la autoridad lo puso en su sitio natural, la parada

casillesca de Keylor, el vagabundeo fino de Bale, el cansancio de

James y las trampas del Basilea,  tan bien montadas que no hubo manera

de sortearlas.

 

A los 10 minutos del comienzo, el madrid tuvo una posesión muy larga,

sin la finura de partidos atrás, rondando el área rival, que es el

sitio donde comienza el tercer acto, pero la posibilidad no

cristalizaba en ocasión. La estructura ya era visible, pero el paso

siguiente, el desorden del contrario, no llegaba. El gesto técnico

estaba ligeramente atrofiado, desgastado el tacón de pisar tan fino.

Los laterales no eran los de otras veces, y abrían el campo sólo a

medias, lo abrían hacia dentro y sin imaginación. Por donde Marcelo

hace saltar los plomos, Coentrao dejó un correcto expediente. Y en el

lado derecho, Arbeloa anduvo con los pies embreados, falto de ritmo y

un poco obcecado en devolvérsela a Isco, que sólo resolvió las

ecuaciones más sencillas.

 

Del partido no se adueñaba nada, ni la virtud, ni el horror, y así

parece que unos van y otros vienen sin otra misión que apurar los

límites del tiempo. Kroos seguía su secuencia de pases con un desfase

mínimo sobre el plan inicial, y allá a lo lejos está Bale, que vive en

la dimensión desconocida, y en los partidos sin tensión ni siente ni

padece. Está. Existe. Nada más.

 

Después del gol el partido dio otra vuelta más como si se resistiera a

ser contado. El rival pareció querer armar un ataque organizado, pero

le faltaba aire, ideas e inteligencia para ser superiores a los

zagueros del Madrid. Se llegó al final de la primera parte con una

cierta desazón en el ambiente. No había noticias de un plan general,

nada significaba lo que veíamos en la tele. Un montón de gente

corriendo y saltando en un territorio que no parecía mítico como en

otras ocasiones. No había mas que lo que allí se veía. El juego en su

vertiente más desabrida. La pradera y los chicos encima haciendo un

trabajo bien remunerado.

 

Un travesaño diabólico de Bale en la segunda parte, en la única

ocasión en la que se desperezó, dio lugar a un conato de

representación. Los jugadores del Basilea decidieron salir a cazar la

pieza y los madridistas se relamieron en unas cuantas contras mal

tiradas. Luego, Marcelo saló al campo y comenzó el sainete. Unos

señores normales y corrientes comenzaron a pasear sobre el césped. Eso

es algo inaudito y que a veces ocurre.  La sensación es como si unos

turistas entraran en cada fotograma del Acorazado Potemkin para

banalizar la epopeya. Los jugadores se quedan inmóviles, hieráticos

casi, porque si se mezclaran con el hombre de clase media que se

inmiscuye entre ellos, la ilusión se desvanecería.

 

Poco después acabó el partido y un ejemplo es esta crónica, en la que

apenas se transparenta lo ocurrido allí. Y es que la realidad no se

puede contar.

 

 

BASILEA, 0-REAL MADRID, 1

Basilea: Vaclík; Degen (Hamoudi, m. 76), Schär, Suchy, Safari; Elneny,

F. Frei (Díaz, m. 83), Zuffi (Kakitani, m. 87); González, Embolo y

Gashi. No utilizados: Vailati; Samuel, Delgado y Calla.

Real Madrid:Navas; Arbeloa, Varane, Ramos, Coentrão; Isco (Nacho, m.

94), Kroos, James Rodríguez (Marcelo, m. 89); Bale, Benzema

(Illarramendi, m. 71) y Cristiano. No utilizados: Casillas; Nacho,

Medrán, Torro y Chicharito.

Gol: 0-1. M. 35. Cristiano.

Árbitro: Milorad Mazic (Serbio). Amonestó a los locales Degen, Suchy y

Schär, y a los visitantes Ramos y Coentrão.

Saint-Jakob-Park, ante unos 38.000 espectadores.

Ángel del Riego

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