La atención primaria en España vivió una revolución con la aparición de la pandemia de la SARS-CoV-2 hace ya más de dos años, obligando a que los centros sanitarios de nuestro país tuvieran que reinventarse en tiempo récord.
La incertidumbre inicial dio paso a la aplicación de cambios radicales nunca antes vistos en cuanto a organización y accesibilidad en los centros de salud, priorizando la atención presencial a los casos sospechosos de infección y a la detección de contactos estrechos, sin descuidar por supuesto la seguridad de los trabajadores de los centros y de toda la población en general.
Términos como antígenos, respiradores o PCR se popularizaron, y los laboratorios de microbiología sufrieron falta de suministros, retrasos en el diagnóstico, riesgos de contagios en los técnicos porque trabajan de primera mano con las muestras.
En este contexto, una herramienta que adquirió gran valor porque agilizaba el proceso de diagnóstico y ayudaba a mejorar con eficacia el circuito sanitario fueron los nuevos dispositivos de diagnóstico rápido molecular en patología respiratoria. Se convirtió en el gran primer paso que se daba para, por fin, dotar a Atención Primaria de pruebas diagnósticas fiables para mejorar nuestra capacidad de resolución.
Pero… ¿qué aportan estos nuevos dispositivos? Principalmente, solucionar retos que teníamos pendientes en el manejo de patología respiratoria, sobre todo en los medios rurales o donde la distancia (y por ende también el tiempo) juega en nuestra contra.
En general, entre otras muchas ventajas, estas herramientas nos permiten llevar el diagnóstico fuera del laboratorio, favorece la obtención de resultados al nivel de PCR en pocos minutos y sin espera, promueve un uso racional de los antibióticos, favorece la descentralización y dota de recursos diagnósticos tecnológicos a la Atención Primaria o, incluso, posibilita realizar pruebas para VRS, Gripe, SARS-CoV-2 o Streptococo A, por lo que nos ayuda a poder diferenciar entre distintos tipos de infecciones respiratorias más allá del coronavirus.
Un coste equilibrado
Viendo los beneficios que aporta a la comunidad sanitaria y, por supuesto, a los pacientes, el siguiente paso es que estas nuevas tecnologías vayan entrando en los centros sanitarios de todo el país, incluido por supuesto en la llamada ‘España vaciada’. Es más, deberíamos poder disponer de dispositivos por lo menos en aquellos centros y consultorios más rurales donde la distancia es un factor crítico para todo, porque su manejo es sencillo e intuitivo.
Aunque el camino es largo, poco a poco estamos empezando con proyectos piloto para su introducción. La pandemia ha provocado, por una parte, que tengamos que dejar de lado proyectos para centrarnos puramente en actividad asistencial. Pero, por otra, ha supuesto una auténtica transformación al facilitar que esta tecnología salga de los laboratorios de los hospitales y llegue los centros de salud.
Su coste sería equilibrado por varias razones: permite ahorrar costes directos al disminuir o evitar seguimientos o consultas posteriores; mayor valor predictivo positivo en casos de baja prevalencia gracias a que los resultados son equivalentes a una RT-PCR; un ahorro de costes de derivación a servicios de urgencias hospitalarios; mejora la capacidad de tomar decisiones inmediatas, con lo que se consigue prescripciones de tratamientos más adecuadas.
Apostar por la implantación de los nuevos dispositivos de diagnóstico rápido molecular es apostar por la atención primaria, el pilar principal de la sanidad pública. Es una necesidad de presente y de futuro.
El doctor Francisco Javier Sanz es Coordinador de Nuevas Tecnologías de Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen)