Como siempre, en el Instituto Acton leo a Gustavo Irrazabal que dice y me sugiere el
tema: El gran filósofo Immanuel Kant nos legó una regla muy simple para saber si una
acción que realizamos es buena o mala: “Obra siempre según una máxima que puedas
convertir en ley universal”. ¿Está mal robar, mentir o cometer homicidio? Imaginemos
que pasaría si existiera una máxima universal que autorizara estos actos. En esta regla se
funda una ética objetiva: las acciones no son buenas solo porque las haga yo (o los de
mi grupo), ni son malas solo porque las hagan otros. Es cierto que tenemos una
tendencia natural a reaccionar así debido al egocentrismo o al sentimiento tribal. Pero al
guiarnos por máximas “universalizables” nos comportamos como seres racionales y, por
lo tanto, capaces de una mirada crítica sobre nuestras propias acciones y criterios y los
de los demás.
Declaración Universal de los Derechos Humanos: lista de artículos
ACNUR Comité Español Abril 2016. La Declaración Universal de los Derechos
Humanos lista principios sociales, individuales, económicos, culturales y civiles. La
Declaración, aprobada por el Consejo de las Naciones Unidas en 1948, supuso el primer
gran acuerdo entre las naciones del mundo sobre la libertad, la igualdad y la dignidad
humanas.
En este documento están consignados los derechos básicos de cualquier persona,
independientemente de su raza, sexo, religión, nacionalidad o país de origen. Son en
total 30 artículos que más tarde se complementaron con el Pacto de Derechos Civiles y
el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966).
¿Sabes cómo se pone en marcha el mecanismo que permite socorrer a los cientos de
personas que huyen de un conflicto? Descubre los pasos que sigue ACNUR para hacer
frente a las crisis humanitarias de refugiados?.
Derechos Humanos: lista de artículos
La Declaración de derechos humanos se compone de un preámbulo en el que se
exponen seis consideraciones sobre los derechos y de los 30 artículos enunciados de la
siguiente forma:
1 Todos los seres humanos nacen libres e iguales.
2 Todas las personas tienen los derechos proclamados en esta carta.
Hablan sobre el alcance de los derechos recogidos en la carta, así como de sus
beneficiarios. Es una forma de introducir el tema a los lectores y sirven como base para
lo que se desglosará en los siguientes apartados.
3 Todo individuo tiene derecho a la vida, la libertad y la seguridad.
4 Nadie será sometido a esclavitud ni a servidumbre.
5 Nadie será sometido a penas, torturas ni tratos crueles o inhumanos.
6 Todo ser humano tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica.
7 Todos tienen derecho a la protección contra la discriminación.
8 Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales.
9 Nadie podrá ser detenido, desterrado ni preso arbitrariamente.
10 Toda persona tiene derecho a un tribunal independiente e imparcial.
11 Toda persona tiene derecho a la presunción de inocencia y a penas justas.
12 Constituyen los derechos relacionados con la persona, la libertad, la presunción de
inocencia y el libre desarrollo de su personalidad.
13 Toda persona tiene derecho a la privacidad, la honra y la reputación.
14 Toda persona tiene derecho a la libre circulación y a elegir libremente su residencia.
15 Toda persona tiene derecho al asilo en cualquier país.
16 Toda persona tiene derecho a una nacionalidad y a cambiar de nacionalidad.
17 Todos los individuos tienen derecho a un matrimonio libre y a la protección de la
familia.
18 Son los derechos del individuo en relación con su comunidad, que por lo general
tienen aplicación en su país o lugar de residencia.
19 Toda persona tiene derecho a la propiedad individual o colectiva.
20 Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.
21 Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión.
22 Estos artículos recogen derechos relacionados con la libertad de pensamiento, de
conciencia, de religión y de libertad política
23 Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y asociación.
24 Toda persona tiene derecho a participar, directa o indirectamente, en el gobierno de
su país.
25 Toda persona tiene derecho a la seguridad social.
26 Toda persona tiene derecho al trabajo y la protección contra el desempleo.
27 Toda persona tiene derecho al descanso y al disfrute del tiempo libre.
Estos artículos recogen derechos relacionados con la libertad de pensamiento, de
conciencia, de religión y de libertad política.
28 Toda persona tiene derecho al bienestar: alimentación, vivienda, asistencia médica,
vestido y otros servicios sociales básicos.
29 Toda persona tiene derecho a la educación y al libre desarrollo de la personalidad.
30 Toda persona tiene derecho a tomar parte en la vida cultural de su comunidad.
Por último, este apartado recoge las condiciones y los límites de los derechos
enunciados en esta carta. Es decir, trata de los deberes que deben asumir las personas en
relación con su contexto y su comunidad. En resumen Toda persona tiene derecho a un
orden social que garantice los derechos de esta carta. Toda persona tiene deberes con
respecto a su comunidad.
¿Cómo se articulan los derechos de la Declaración?
Esta Declaración es, en realidad, la suma de una serie de principios que ya se habían
anunciado en documentos previos, como, por ejemplo, la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano (1789), los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana
(1791), El Convenio de Ginebra sobre la esclavitud (1925) y los Códigos de Malinas
sobre Moral Internacional (1937).
La ética de los derechos humanos se basa en esa idea de universalidad, expresión de
nuestra condición de seres racionales. Cuando en la Argentina cerramos la terrible etapa
de la violencia de los años 70 con el Nunca más (1984) elaborado por la Conadep, nos
comprometimos a abrazar ese ideal ético y plenamente racional que enseñaba Kant:
descartando la “simetría justificatoria” entre los crímenes de los particulares y el Estado,
se repudiaba el terror de ambos bandos, llamando a nuestra democracia “a mantener y
salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana” (cf. Prólogo de Ernesto
Sabato). Aceptamos en aquel momento que todo ser humano, por el solo hecho de serlo,
es titular de derechos inviolables e inalienables. Logramos en ese entonces un consenso
capaz de unirnos y dar un marco de valores fundamentales a nuestra convivencia
política. En España en el largo camino desde 1939 a 1978, dictadura de Franco y primer
gobierno de la Transición hasta la constitución de 1978. España es un país
profundamente comprometido con los Derechos Humanos, cuya protección y
promoción constituye un eje prioritario de nuestra política exterior. La libertad, la
justicia y la paz se fundan en el respeto a la dignidad y a los derechos inalienables de
todas las personas.
Recordar el hito histórico del Nunca más nos permite apreciar la altura de la catastrófica
caída que se produjo en nuestra cultura cívica con la apropiación de los derechos
humanos por parte de una facción política. Como se sabe, desde 2006 se antepuso al
prólogo original un nuevo prólogo firmado por la Secretaría de Derechos Humanos de
la Nación, vinculando la represión con el intento de “imponer un sistema económico de
tipo neoliberal y arrasar con las conquistas sociales de muchas décadas”, mientras que los crímenes de la subversión se transformaron en “la resistencia popular” que se oponía
a que “dichas conquistas fueran conculcadas”. Nunca máis (en castellano, «Nunca
más») fue una plataforma ciudadana y un movimiento activista español, originado en
Galicia, para reclamar responsabilidades medioambientales, judiciales y políticas por el
desastre del petrolero Prestige. Creada el 21 de noviembre de 2002, dos días después del
accidente, su símbolo es una bandera gallega con fondo negro en lugar del blanco, es lo
que intenta también Podemos limitando la existencia de partidos alternativos,
transformándose en una utopía dictatorial comunista como propuesta esencial
A partir de entonces, en Argentina los derechos humanos ya no expresaron un consenso
de toda la nación por encima de la política partidaria, sino que comenzaron a ser
parasitados por esta última. Pasaron a ser los derechos de unos contra otros: de la
izquierda (nunca extrema) contra la derecha (siempre extrema), de los sectores
populares contra los antipopulares, de los luchadores sociales contra los represores (y
sus descendientes), etcétera. Muchos referentes importantes de la lucha por los derechos
humanos traicionaron sus ideales y fueron cómplices en este giro. La regla de la
universalización fue descartada, y con ella, la racionalidad ética. El doble estándar se
convirtió en la nueva norma, ya no como defecto espontáneo, sino como actitud
ideológica libre de escrúpulos. La vida social y política se desbarrancó por la pendiente
del tribalismo.
El ejemplo más reciente igual que en España es el “discurso del odio”. Hay una
diferencia esencial entre el llamado directo a la violencia en las calles y la crítica dentro
del orden democrático que reclama respuestas institucionales. Esta última puede ser
unilateral, excesiva o imprudente, pero no puede ser coartada argumentando el peligro
del odio, que es solo una de las tantas reacciones posibles. Sin embargo, precisamente
los que hoy incurren en lo primero (delito de sedición, ley trans, ley de animales etc.etc)
acusan a los que ejercitan su derecho (libertad de expresión), pretextando los
sentimientos de las personas, en los que no tiene ninguna competencia el Estado.
La sociedad, sea por impotencia, temor o mala conciencia, ha tolerado demasiado
tiempo la virtual discriminación entre ciudadanos de primera y de segunda, juzgados
por estándares distintos según su pertenencia social y afiliación política. La Iglesia
Católica, como actor social decisivo con indiscutible relevancia ética, junto con las
restantes comunidades religiosas y fuerzas vivas de la comunidad civil, debe contribuir
a la construcción de un nuevo consenso que ponga fin a esta situación tan injusta como
peligrosa e insostenible.
Sin retomar los cauces de la racionalidad no habrá posibilidad de entenderse, y la paz
social quedará siempre expuesta al camino sin retorno de la violencia. El punto de
partida consiste en desideologizar los derechos humanos y atreverse a plasmar el sueño
de Ernesto Sábato en su Prólogo al Nunca más: una democracia que garantice “los
sagrados y esenciales derechos de la criatura humana”. Los de todos. .Es decir todos
iguales en sus derechos, aunque independientes en sus libertades diarias, que le
permitan volar en libertad, preconizando la competencia, el merito y el esfuerzo
individuales, o familiares.