jueves, noviembre 21, 2024
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Los temporeros del aire

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La aviación tiene una cara glamourosa, y otra que tiene más que ver con los jornaleros. Los elegantes uniformes con entorchados dorados de los pilotos de líneas aéreas no tienen nada que ver con la vida de los temporeros del aire, los pilotos de ala fija que se dedican a la extinción de incendios forestales.

Su lugar de trabajo no son terminales de diseño, sino aeródromos polvorientos, pero su trabajo es muy peligroso. Y, con la crisis, incluso peligra su propia existencia. Licencias de vuelo millonarias, contratos temporales, muy pocas horas de vuelo que restan experiencia al piloto… Todas estas circunstancias, unidas a la escasez de contratos entre las empresas, comunidades autónomas y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) preocupan enormemente en el sector.

“Dentro de cinco años no haya ningún piloto disponible en el sector”, afirma Dámaso Castejón, secretario general de AECA (asociación que aglutina al 95% de las empresas dedicadas a la extinción de incendios a través de medios aéreos de ala fija y helicópteros).

Desde que comenzara la crisis, raro ha sido el sector con contratos ligados a la Administración que no haya sufrido algún tipo de recorte. Aunque el gremio ya había visto reducida la cantidad de acuerdos y la cuantía económica de los mismos “antes de comenzar la recesión”. AECA, asociación encargada de trasladar las quejas de las compañías y sus pilotos, denuncia que antes la duración de los contratos con las comunidades autónomas y con el Magrama rondaban “una media de cinco a seis meses” y que ahora “raro es” el que alcanza los cuatro.

Sin aviones en España

En la actualidad, no todas las comunidades autónomas tienen contratados medios aéreos para la extinción de incendios y las que lo tienen sólo lo hacen por periodos de tres meses, los de máximo riesgo. La Comunidad Valenciana, con nueve aeronaves, es la que más contrata, y la Comunidad de Madrid, con sólo un aparato, la que menos.

Por su parte, el Ministerio de Agricultura, que se encarga de enviar efectivos a las comunidades que no contratan directamente, tiene una flota de 16 aeronaves de ala fija. “Con un pequeño aumento del 30% o el 35% en los presupuestos se podría contratar seis meses en vez de tres”, afirma Dámaso Castejón. El problema es que los contratos son temporales y las empresas “tienen unos gastos fijos” durante los doce meses del año.

La temporalidad afecta directamente a los pilotos. La mayoría de ellos no pueden trabajar durante todo el año porque la empresa “no se lo puede permitir” y pasan “largos periodos” de tiempo parados. Cuando se encuentran sin empleo pueden acudir al mercado laboral, pero “es muy difícil” que encuentren alguna actividad en la que acumular horas de vuelo, debido a «lo excepcional del aparato». La única alternativa es la fumigación, pero sólo se puede realizar por orden directa del Magrama cuando existe alguna plaga.

Sin experiencia

Por norma general, las comunidades autónomas y el Magrama suelen exigir a las empresas que los pilotos tengan un mínimo de horas en el aire. Hasta ahora no ha habido ningún problema porque la mayoría cuentan con personal suficiente para cumplir los requisitos, pero el futuro del sector no está asegurado. “Dentro de cinco años no habrá pilotos que cumplan las exigencias. O las comunidades rebajan las horas de vuelo requeridas a los pilotos o dejan que vuelen ahora para acumular experiencia”, denuncia Dámaso Castejón.

Para paliar el problema de la contratación y con el objetivo de “al menos cubrir costes”, muchas compañías envían gran parte de su flota y personal al Cono Sur (a Chile, sobre todo). En muchas ocasiones, las campañas en Sudamérica “no reportan una gran facturación, pero sí les permiten a las compañías mantener a sus pilotos y aviones activos”. Al final, los pilotos no son sólo temporeros, también se convierten en nómadas.

La salvación es Sudamérica

Otro de los escollos a salvar por los aviadores es el elevado coste de las licencias de vuelo, que rondan los 60.000 y los 80.000 euros. La inversión “no compensa”, porque los recién licenciados “no pueden” realizar horas de vuelo debido a los requisitos de las comunidades autónomas y el Ministerio.

La reivindicación del sector viene a colación de los incendios ocurridos durante el mes de diciembre en el norte de España. Debido a las condiciones meteorológicas y a las nuevas políticas agrarias de la Unión Europea, los agricultores se lanzaron al monte para quemar los rastrojos y el pasto seco de sus tierras. Eso propició que se crearan gran cantidad de focos de difícil contención.

Desde AECA advierten de que el fuego ha de verse como un problema “estructural y no estacional” y recuerdan que en invierno “se producen el 40%” de los incendios forestales. “A los incendios de Asturias no pudo acudir ningún aparato porque no había ninguno disponible o contratado”, asegura el secretario general de la asociación.

Lejos de lo que se pudiera pensar, el colectivo se muestra a favor de invertir en prevención, porque piensan que prevención “también es contratar medios aéreos durante todo el año”, aunque sea comprensible que en invierno se cuente con menos efectivos. Desgraciadamente, el incendio es un evento imposible de anticipar, pero tener medios para controlarlos es una manera de prevenir, como argumentan desde el sector.

El futuro para el gremio es incierto. De hecho, Dámaso Castejón “no muestra esperanza” en que la situación cambie porque “ya son muchas las cartas enviadas y ninguna la respuesta”. La excusa es que “no hay dinero, pero creo que podrían ser más imaginativos y pensar en otro tipo de contratos que beneficien a todos”. Mientras la situación no se revierta, los temporeros del aire seguirán velando por el buen estado del patrimonio forestal en condiciones precarias.

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