Noble, inteligente y versátil. Y reconocido internacionalmente como uno de los mejores equinos del mundo. «Es la otra marca España», como señalan en la Real Asociación Nacional de Criadores de Caballos de Pura Raza Española (ANCCE). Los datos revelan el buen presente y mejor futuro que vive esta raza. Las ganaderías han crecido un 7% en solo año. Ya son más de 44.000 repartidas en 67 países. El Libro Genealógico que maneja ANCCE sitúa el censo en 268.425 ejemplares (134.889 machos y 133.536 hembras) a 31 de diciembre de 2021, lo que supone 12.382 nuevos caballos registrados oficialmente como raza española 100%.
Todo empezó en 1570, cuando Felipe II sentó las bases genéticas de esta raza y ordenó construir en Córdoba las Caballerizas Reales (la catedral de los caballos, como la definiría siglos después Federico García Lorca), un santuario para los mejores sementales y yeguas nacidos en las provincias que bordeaban el Guadalquivir, por aquel entonces las más prolíficas en la cría.
Este caballo se convirtió enseguida en emblema del imperio español y envidia del resto de monarquías europeas. Un proceso que se inicia en pleno Renacimiento, momento en el que los espectáculos ecuestres se ponen de moda y la equitación se convierte en una práctica muy común entre los aristócratas. «Esta nueva realidad derivó en la necesidad de buscar una especie que no existía, un caballo que fuera bello y ágil, alejado de los usos medievales de lucha y transporte y donde no se cuidaba la estética del animal», explican desde ANCCE.
Porque el caballo de pura raza española es, ante todo, una escultura. “Esta raza agrupa animales de líneas suaves y redondeadas, eumétricos, mesolíneos y con un perfil subconvexo a recto. De conformación proporcionada y notable armonía general”, define el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Traducido: Un animal de cuello musculado pero esbelto, en el borde superior suavemente arqueado; crines largas, onduladas y sedosas; una grupa redondeada y fuerte; una región lumbar corta y ancha; y el nacimiento bajo de la cola. Y como dicen la mayoría de los expertos; mirada franca, orejas al frente, movimientos fluidos, pasión y armonía. Y, sobre todo, capacidad de trabajo y obediencia.
La asociación nacional de criadores asegura además que este caballo «es un animal amable y fácil de manejar, un caballo que facilita las cosas desde el principio y que además puede presumir de ser emocionalmente estable, lo cual se traduce en una gran ventaja respecto al tiempo y al esfuerzo que se invierten en él». No es de extrañar, por tanto, que cada vez sean más las ganaderías que se dedican a criar estos ejemplares. En 2021 se registraron 3.300 nuevos criadores en todo el mundo. Desde particulares a pequeñas y grandes yeguadas. El 47% están de fuera de España, en su mayoría de Holanda, EEUU y Alemania. El 53% restante son de España, siendo Andalucía (47%), Cataluña y Castilla y León las comunidades que lideran este ranking.
¿Qué causas hay detrás de este crecimiento de ganaderías y, por tanto, del auge del caballo español? «Es un animal que se adapta fácilmente a muchas disciplinas deportivas. Su carácter le convierte en un caballo ideal para pasear, montar, para jóvenes y para mayores. Un equilibrio perfecto para el ocio o el deporte», señala José Juan Morales, presidente de ANCCE. Todo gracias su inteligencia, expresividad, nobleza, entrega y armonía en sus movimientos. Un caballo que se usa para doma clásica, doma vaquera, alta escuela, salto o simplemente el enganche.
Como señala Félix Brasseur, Campeón del Mundo de Enganches, lo más llamativo de estos animales es su capacidad de adaptación, «que casi sin estar domados, siendo jóvenes, vigorosos y enteros, son fáciles de tratar y responden a las enseñanzas de manera inmediata. Con solo cinco días tirando de una rueda en el suelo, pasan a ser capaces de arrastrar un vehículo de dos ruedas, a los dos días son capaces de tirar de un coche de cuatro ruedas y seis días después emprenden camino por la carretera, sin ningún signo de protesta».
José Juan Morales también destaca que antes de la pandemia ya había una tendencia positiva en cuanto al crecimiento de ganaderías, un auge que se ha mantenido durante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. «Seguramente la pandemia nos ha hecho más rurales, nos ha hecho valorar más el campo. El caballo se ha popularizado«. Y cada vez son más los pequeños ganaderos o propietarios que tienen pocos ejemplares. Al final y al cabo para la mayoría esto no es un negocio. No supone un reporte económico, todo lo contrario, es amor por el caballo que muchas veces pasa de generación en generación. Y ya puestos a tener un buen equino, que genera unos gastos, es mejor tener un caballo de calidad, y el de pura raza española es el mejor, cuya cabaña es la más importante numéricamente en nuestro país.
«Ahora hay un mercado muy activo. Hay pocos potros a la venta», señala Morales. Los datos oficiales revelan que la compraventa de caballos genera 460 millones de euros anuales. La media de las transacciones de ejemplares de pura raza es de 12.000 euros, cuando un ejemplar sin raza se vende solo a 600 euros de media. El 90% de las exportaciones que se hacen al extranjero son pura raza española, sobre todo a México, EEUU. Emiratos Árabes Unidos, Guatemala y Marruecos.
De mantener el linaje, su pureza y pedigrí se encarga el Libro Genealógico, una especie de registro civil de la raza española. Se estableció como tal en enero de 1912, figurando inscritos inicialmente 163 caballos y 765 yeguas, pertenecientes a 44 ganaderos. Desde enero de 2007 este libro es mantenido y actualizado por la Real Asociación Nacional de Criadores, por delegación del Ministerio de Agricultura. Con sede oficial en Sevilla, cuenta con delegaciones internacionales en Europa, América y Oceanía. Al ser una raza cerrada, solo pueden inscribirse animales cuyos progenitores estén a su vez inscritos.
Arancha Rodríguez es directora técnica del Libro Genealógico, y coordina un laboratorio de genética molecular pionero en el mundo. «Cuando un potro nace cuenta con un certificado de nacimiento. Pero hace falta algo más para saber que es de pura raza española, es decir, que su padre y su madre son también de la raza. Nuestros veterinarios se trasladan a ver al potro, en cualquier parte del mundo, y les sacan sangre. Esa sangre se analiza en nuestro laboratorio de Sevilla, donde tenemos el ADN de todos los ejemplares registrados, y determinamos que es de pura raza española”. A los tres años, los animales pasen un segundo examen, para saber además si son aptos como reproductores, una evaluación morfológica del animal.
Libro Genealógico
¿Los 268.000 ejemplares que hay actualmente registrados son todos los animales de pura raza española que hay en el mundo? Obviamente no, porque a lo mejor no todos los dueños quieren pagar este proceso de certificación o no saben que su caballo puede ser de esta raza. Aunque son pocos casos, señalan desde ANCCE, ya que la gran mayoría de los propietarios que invierten y crían estos caballos, con el alto coste que supone, quieren saber que su equino es 100% de pura raza. El laboratorio de Sevilla también se encarga de publicar un Catálogo de Reproductores, que analiza «millones de datos para conocer qué tipo de descendencia puede transmitir cada ejemplar, es decir, si produce buenos hijos». Se clasifican en tres categorías. De los 80 que llegaron a esta selecta lista en 2021, 49 obtuvieron la categoría de Joven Reproductor Recomendado, 20 la de categoría de Reproductor Mejorante y 11 la de categoría de Reproductor de Élite, la mejor.
ANCCE solicitó en 2018 que el caballo de pura raza española sea declarado patrimonio cultural inmaterial de España. Una petición que está en fase de tramitación. «Se trata de un reconocimiento y un prestigio a una raza muy antigua y autóctona de España», concluyen desde la asociación.
El 0,6% del PIB nacional
Las actividades relacionadas con el sector ecuestre mueven en España 7.392 millones de euros (el 0,59% del PIB) y generan 149.863 empleos directos e indirectos, según el II Estudio sobre el Impacto del Sector Ecuestre presentado por el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación a finales de marzo. Ese informe señala que en nuestro país hay 723.000 caballos censados legalmente y 188.000 explotaciones equinas. Un 51% de la cabaña, es decir, 370.000 caballos, pertenecen a alguna de las 20 razas reconocidas oficialmente. Obviamente, la pura raza española es la mayoritaria. El 70% de los animales de raza pertenecen a esta. La cría, la explotación, el ocio y el deporte suponen las principales actividades relacionadas con este sector. Por ejemplo, hay 60.000 jinetes con licencia, de los que el 70% son mujeres. En cuanto al consumo de carne, los últimos datos revelan que en un año se sacrificaron 38.200 équidos para producir 9.800 toneladas. Navarra es la comunidad que más carne de caballo consume.