Angela Merkel, uno de los rostros femeninos más famosos de la política, ha alcanzado una de sus metas: adelgazar. La canciller alemana ha perdido nada más y nada menos que 10 kilos en tres meses. No obstante, no ha querido reducir su peso por estética, sino por una cuestión de salud.
Todo comenzó las pasadas Navidades, cuando la política sufrió una fisura de cadera mientras esquiaba a causa de un desequilibrio. Ante esto, los médicos le recomendaron que bajara de peso para reducir el riesgo de accidentes y para llevar una vida más saludable. La alemana, firme y decidida, afrontó este nuevo reto que nada tenía que ver con la política. Y… ¡lo consiguió!
Pero, ¿cuál ha sido su secreto? No, no se trata de una dieta milagro, sino simplemente de una restricción de alimentos muy rigurosa. Según la publicación alemana Bild Zeitung, aunque la política siempre se ha caracterizado por llevar una alimentación equilibrada y no comer productos precocinados, no podía evitar picar entre horas, como le sucede a gran parte del resto de los mortales.
Con fuerza de voluntad y dedicación, Merkel ha logrado alejarse de uno de sus tentempiés favoritos, los panecillos untados en mantequilla, y sustituirlos por alimentos más sanos. De hecho, la canciller ha prohibido los bocadillos en las reuniones de partido, consumiendo en su lugar aperitivos de zanahorias y puerros.
La pérdida de peso de la canciller no ha pasado desapercibida en sus últimos actos políticos, en los que mostraba un aspecto más saludable y juvenil. Pero lo cierto es que la política, que cumplirá los 60 en junio, no quiere quedarse ahí y planea continuar con su nueva dieta para reducir aún más su peso y demostrar que es una persona que no se rinde nunca.