El cineasta, productor y guionista Basilio Martín Patino (Lumbrales, Salamanca; 1930), uno de los principales directores españoles enmarcados en el llamado «cine de autor», ha fallecido hoy en Madrid a los 86 años, según han confirmado fuentes familiares.
En sus cuatro décadas de carrera, Martín Patino aportó al cine un lenguaje y técnica narrativa innovadores en su época, con cintas como «Nueve cartas a Berta», «Canciones para después de una guerra» y «Caudillo».
Patino se formó en la Escuela Oficial de Cine de Madrid y durante un tiempo fue profesor en el centro que lo vio nacer profesionalmente, donde conoció a Mario Camus y Carlos Saura.
Debutó con el largometraje «Nueve cartas a Berta» (1965), uno de los títulos emblemáticos en la historia del cine español y que le valió la Concha de Plata del Festival de San Sebastián.
De su filmografía destaca la trilogía que no pudo estrenar en España hasta la muerte del general Franco: «Canciones para después de una guerra» (1971), «Queridísimos verdugos» (1973), premiada en el Festival italiano de Taormina; y «Caudillo» (1974), que obtuvo el Gran Premio del Festival portugués de Figueira-Dafoz.
Tras su retirada, el movimiento 15M le impulsó a ponerse de nuevo tras la cámara para plasmar el movimiento en el documental «Libre te quiero».
La organización de la Semana Internacional de Cine de Valladolid ha expresado su pésame por el fallecimiento del autor, que estaba muy ligado al certamen: «Muy tristes por la muerte de Basilio Martín Patino, autor estrechamente ligado a Seminci durante cinco décadas
Basilio Martín Patiño nació el 29 de octubre de 1930 en la localidad salmantina de Lumbrales. Durante sus años como estudiante de Filosofía y Letras fundó, con Joaquín Prada, el cine club universitario, germen de la importante revista «Cinema Universitario» y foro de las primeras Conversaciones Cinematográficas de Salamanca, que tuvieron influencia decisiva en la evolución del cine español de posguerra.
Tras licenciarse, en 1955, se formó en la Escuela Oficial de Cine de Madrid, cuya práctica de fin de carrera -«Tarde de domingo» (1961)- ya recogía el compromiso temático y estético que Patino ha cultivado siempre, como el paso del tiempo, la soledad, la libertad o la ruptura con los valores tradicionales y la familia.
Durante un tiempo fue profesor en el centro que lo vio nacer profesionalmente, donde conoció a Mario Camus y Carlos Saura. Su primer guión cinematográfico, «Amanecida», obtuvo el Premio Nacional de Guiones para TVE en 1961, y tras los cortos «El noveno» y «Torerillos» debutó con el largometraje «Nueve cartas a Berta» (1965), uno de los títulos emblemáticos en la historia del cine español y que contiene la atmósfera costumbrista de su tierra.
Esta ópera prima, que lo dio a conocer dentro y fuera de España como uno de los renovadores de la filmografía española, le valió la Concha de Plata del Festival de San Sebastián y los Premios del Círculo de Escritores Cinematográficos y la Federación de Cineclubs.
Después vieron la luz «Del amor y otras soledades» (1968) y, a comienzos de los años setenta, su productora, La Linterna Mágica. A continuación elaboró el trío de películas que no pudo estrenar en España hasta la muerte del general Franco: «Canciones para después de una guerra» (1971), «Queridísimos verdugos» (1973), premiada en el Festival italiano de Taormina, y «Caudillo» (1974), que obtuvo el Gran Premio del Festival portugués de Figueira-Dafoz.
Asimismo, «Los paraísos perdidos» (1985); «Madrid» (1987), distinguida con los Grandes Premios italianos al Cine de Autor de Bérgamo y San Remo, además del mismo reconocimiento en Troia (Portugal); y «Octavia» (2002), mejor película del Tiburon International Film Festival de EEUU.
Con «Octavia», estrenada durante la Capitalidad Cultural de Salamanca, dijo que se jubilaba «para siempre del cine». Prolífico en el ámbito de los montajes videográficos, también colaboró con el medio televisivo.
Fue miembro del jurado de Festivales de Cine como los de Valladolid (Seminci), Venecia, Berlín o Karlovy Vary (República Checa), y se le reconoció con la Espiga de Oro de la Seminci de 2002 al conjunto de su obra, la Medalla de Oro de Salamanca (1996), el Premio a la Cultura de Castilla y León (2001), en el apartado de cinematografía y artes audiovisuales, y el Premio San Pancracio en Cáceres a toda una vida dedicada al cine (2004).
A estos galardones se añaden la Medalla de Oro de la Academia Española de Cine (2005) y el homenaje tributado en Cádiz por la Muestra del Atlántico «Alcances 2006» a todos sus documentales, así como la exposición sobre su carrera «Paraísos» (2006), celebrada en el Centro José Guerrero de Granada, y el doctorado «honoris causa» de la Universidad de Salamanca (2007).
Una de sus aficiones era coleccionar objetos antiguos relacionados con la imagen, como linternas mágicas fechadas en 1880, visores y cámaras estereoscópicos, zoótropos, praxinoscopios y cámaras de proyección de 1910.
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