Muchas veces hemos mentido piadosamente o no y muchas veces hemos querido saber también si quien tenemos enfrente nos está diciendo la verdad. Hasta ahora, no existe ninguna técnica que nos permita saberlo con una exactitud del cien por cien. Pero sí que han predominado métodos para descubrirlo como el polígrafo o la entrevista estratégica; la más empleada por investigadores y por la policía cuando tratan de resolver crímenes o interrogar a asesinos.
Sin embargo, eso puede cambiar drásticamente con este novedoso invento que han sacado adelante en la facultad de psicología de Granada. Consiste en una cámara térmica que, al tiempo que enfoca el rostro de una persona, registra la temperatura de varias regiones de la cara y, según el color que dibuje, extraeremos si esa persona está siendo sincera o no.
Las zonas clave son la frente y la nariz, por lo que este avance se ha tildado como «Efecto Pinocho». En este caso, no crece la nariz, pero sí que cambia su temperatura. “Cuando mentimos, la temperatura de la punta de la nariz desciende entre 0,6 y 1,2 ºC, mientras que la de la frente sube entre 0,6 y 1,5ºC. Cuanto mayor sea la diferencia de cambio de temperatura entre ambas regiones de la cara, más probable es que esa persona esté mintiendo”, explica el promotor de esta investigación Emilia Gómez Milán.
La explicación reside en que, cuando mentimos, el nerviosismo y la ansiedad que nos produce esa circunstancia se manifiesta en la nariz, mientras que la acción de orquestar esa falacia nos lleva a hacer un esfuerzo cognitivo que incrementa significativamente la temperatura de la frente. Así nos aseguraremos de si estamos siendo víctimas de un engaño, con un grado de fiabilidad que se sitúa en el 80% -un diez por ciento más que el polígrafo-.
Es la conclusión a la que se ha llegado después de varios experimientos en los que 60 estudiantes de psicología se han prestado como muestra. Entre las diversas pruebas a las que se les ha sometido, se encuentra una llamada, de entre tres y cuatro minutos, con un familiar o amigo donde debían inventarse una noticia, no una cualquiera, para que esa cámara hiciera su trabajo. En la mayoría de los casos el resultado fue exacto.
Redacción