Si bien las cuadrántidas son observables desde el 27 de diciembre hasta el 10 de enero, estas, como el resto de lluvias de estrellas, tienen un pico, que este año tendrá lugar hacia las 3:00 horas peninsular de la noche del 3 al 4 de enero y durará solo unas horas, según cálculos de la Organización Internacional de Meteoros (IMO).
Se verán especialmente bien en Europa, aunque fuera del citado pico la observación será difícil.
Las cuadrántidas tienen el potencial de ser la lluvia de estrellas más potente del año, pero, por lo general, la corta duración de su actividad máxima -esta vez unas cinco horas- y el mal tiempo que se experimenta a principios de año suponen dos hándicap.
Aún es pronto para afinar con la meteorología (sobre todo si habrá o no nubes bajas), pero sí se sabe que, al menos, la luz del satélite de la Tierra, cerca de la luna nueva, no entorpecerá la ‘caza’ de estas estrellas fugaces, cuya velocidad media se calcula en unos 42 kilómetros por segundo -siempre en el pico máximo-.
Las lluvias de estrellas se producen cuando los restos o fragmentos de partículas de polvo y rocas que dejan los cometas en su órbita entran en la atmósfera de la Tierra y se volatilizan produciendo un efecto luminoso: los meteoros -las estrellas fugaces son en realidad meteoros-.
Aunque la mayor parte de las lluvias de estrellas tienen su origen en un cometa, algunas proceden de asteroides (cometas «exhaustos» que han perdido todos sus elementos volátiles).
Precisamente, esta lluvia de estrellas, que lleva el nombre de una antigua constelación, la «Quadrans Muralis», parece tener su origen en un asteroide, el 2003 EH1; se trata de un cuerpo menor del sistema solar que fue descubierto en 2003 por Peter Jenniskens.
Desde el Planetario de Pamplona recuerdan que para observar esta y otras lluvias de estrellas hay que buscar un lugar oscuro y, primero, acostumbrar los ojos a esa oscuridad del cielo.
Para observar las cuadrántidas no hay que usar ni telescopios ni prismáticos ni hay que protegerse con filtros, sino fijar la mirada en una zona del cielo y garantizar un gran campo de visión -los meteoros atravesarán el cielo a 42 kilómetros por segundo, así que cualquier instrumento más que favorecer entorpece la observación-.
La actividad de las cuadrántidas en condiciones perfectas se fija, según los modelos estándar, entre los 50 y 100 meteoros por hora durante el pico, pero luego la realidad de lo que se observa es bastante menor: una persona podría ver como máximo unos 20 meteoros.
La predicción del número de meteoros usa un valor llamado THZ o tasa horaria cenital que no se puede traducir a cuántas se ven, porque, entre otras cosas, la cantidad puede variar y en unos pocos minutos se pueden ‘cazar’ por ejemplo cinco y en media hora ninguno.
Esta variación depende de muchas cosas: de la hora, del lugar elegido para la observación y de lo oscuro que sea, de la meteorología o de la agudeza visual del observador.
Otra opción es verlas desde casa: el evento astronómico será retransmitido en directo desde el Observatorio del Teide (Tenerife) e Higuera la Real (Badajoz), con la colaboración del proyecto europeo STARS4ALL y la iniciativa impulsada por la Junta de Extremadura, «Extremadura, Buenas Noches».
Las cuadrántidas, que solo serán visibles desde el hemisferio norte, son las primeras del año, pero habrá muchas más: líridas (máximo, el 22 de abril); eta acuáridas (6 de mayo); delta acuáridas (30 de julio); perseidas (las más populares, 12 de agosto); dracónidas (8 de octubre) y leónidas (17 de noviembre).
Redacción