Este aumento de las temperaturas es especialmente preocupante en las principales ciudades españolas. El Observatorio de la Sostenibilidad, entidad sin ánimo de lucro que analiza la salud medioambiental de nuestro país, ha publicado un informe para impulsar la descarbonización (limitación de las emisiones de CO2) en España, elaborado a partir de datos recopilados durante 30 años por la Red Estatal de Meteorología. En el estudio se puede consultar la evolución de las temperaturas en 52 ciudades. El trabajo desvela que la subida media de la temperatura en las ciudades españolas ha sido de casi 1 grado durante este período. En algunas capitales, el aumento es todavía mayor, llegando a los 2,4 grados en el caso de Madrid y a los 1,8 grados en el caso de Barcelona. La excepción a la regla es la ciudad de Salamanca, la única en toda la península donde las temperaturas han descendido en 0,09 grados.
Estos datos, leídos de manera aislada, podrían dejarnos indiferentes y tranquilizarnos al pensar que el incremento se ha producido en toda la cuenca mediterránea, no solo en España. Pero cuando los comparamos con la subida media de las temperaturas a nivel mundial comprobamos que el incremento experimentado en las ciudades españolas es casi el doble que en el resto del planeta.
¿Qué causas hay detrás de esta subida tan extrema? ¿Qué consecuencias tiene este aumento de las temperaturas para los seres humanos y cuál puede ser su impacto si no se le pone freno?
Según el profesor Javier Martín-Vide, catedrático de Geografía Física en la Universidad de Barcelona, especialista en climatología y académico de la Real Academia de las Ciencias y las Artes, detrás del aumento de las temperaturas se encuentra, además del calentamiento global ─que es un fenómeno planetario─, un factor desconocido para la mayoría: «las islas de calor urbanas, un efecto localizado en las ciudades».
Una isla de calor urbana se forma como consecuencia del uso de materiales que abundan en una ciudad, como el hormigón y el asfalto. Estos materiales absorben el calor durante las horas diurnas y lo desprenden por la noche provocando pequeñas ráfagas de viento local que elevan las temperaturas medias.
Según este catedrático, las islas de calor urbanas son «la principal modificación que se produce en las ciudades sobre el clima del área en la que se asientan. Se trata de un calentamiento del centro de la ciudad por contraste con su periferia y que se concentra durante las horas nocturnas».
Otro factor importante que influye en el aumento de las temperaturas en las ciudades es el número de habitantes: «el plus térmico que producen las islas de calor depende del volumen de población de la ciudad, de manera que, a mayor número de habitantes, mayor intensidad del fenómeno, es decir, mayor diferencia entre las temperaturas nocturnas del centro urbano y del espacio periurbano». Por ello, ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia (las más pobladas del país) son las que han experimentado un mayor incremento en el registro de temperaturas al presentar unas islas de calor más intensas en comparación, por ejemplo, con ciudades como Salamanca. Sin embargo, «si la ciudad, por populosa que sea, no crece más, esa diferencia térmica con el entorno no aumentará, aunque seguirá siendo elevada».
Los más vulnerables, los más afectados
Los cambios provocados por el aumento de las temperaturas ya los vivimos en carne propia. Afectan a nuestra salud y a nuestra calidad de vida, la presente y la futura.
Según Martín-Vide, los más perjudicados por los estragos del calor son las personas que pertenecen a colectivos vulnerables: «Durante las olas de calor, en el contexto del calentamiento global, con veranos ya de por sí muy calurosos en España, los centros de las ciudades sufren de noche una temperatura aún más elevada que el medio rural, lo que afecta a la salud, especialmente de los ancianos y de las personas con enfermedades crónicas, que no pueden descansar convenientemente si no disponen de aire acondicionado».
Todo esto desemboca en un aumento de la mortalidad y de los ingresos hospitalarios.
Y seguirán subiendo…
Las cosas no mejorarán si seguimos la tendencia actual. Se estima que, en el año 2050, la temperatura media en España podría aumentar hasta 2,6 grados más y las consecuencias serían incluso más negativas: «la temperatura seguirá aumentando en las próximas décadas, con la pérdida de confort climático en verano, los problemas de salud mencionados, el aumento de las necesidades de refrigeración, la disminución de los recursos hídricos, etc.»
Para hacer frente a esta realidad, las ciudades deberían cambiar, «reverdecerse, con más superficie natural, más parques y jardines, y cubiertas verdes en los edificios, y una movilidad sostenible».
El Acuerdo de París de diciembre de 2015 es, según Martín-Vide, la iniciativa más importante para hacer frente al calentamiento global porque establece «un consenso mundial para abandonar los combustibles fósiles, urgiendo al cambio de modelo energético hacia las energías limpias, de origen solar, eólico, geotérmico, etc., para que el calentamiento no sobrepase los 1,5 grados respecto al período preindustrial y, en todo caso, no alcance los 2 grados».
Todos nosotros podemos poner nuestro grano de arena «siguiendo unas pautas de conducta sostenibles, un consumo moderado, reduciendo nuestros residuos, presionando a los políticos para combatir el cambio climático y para que apuesten por la transición energética hacia un modelo libre de combustibles fósiles».
El presente ya lo conocemos, pero el futuro todavía está en nuestras manos.
Fuente: El Blog de Caixabank
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