En una entrevista tras reunir las tareas que suele mandar a sus pupilos en el libro «Deberes de Vida» (Penguin Random House), este docente afirma que detrás de sus deberes está el mensaje de que no hay que olvidar que más importante que un currículo cargado está el «construir a la persona con cimientos emocionales fuertes», que tengan empatía y sepan aceptarse y aprender de sus errores.
Creer en ti, ver amanecer, cuidar una planta, leer un libro, mirar las estrellas, dar abrazos, hacer limonada o andar sin zapatos son algunas de las cosas que pide el ‘profe Manolo’ (Córdoba, 1977) a sus alumnos del colegio público Beatriz Galindo de Bollullos de la Mitación (Sevilla).
Reconoce que no se esperaba el éxito de su lista y que tuvo «sentimientos encontrados».
Por un lado, le dio «vértigo» que le llamaran de todas las teles por hacer algo que no ha inventado y que se hace en otros colegios y, por otro, tuvo un «sentimiento de tristeza» porque llamara tanto la atención una forma de trabajar que es habitual en clase para muchos maestros.
El docente busca para sus alumnos actividades lúdicas y motivadoras para estudiar los contenidos pues «aprendemos lo que nos motiva y emociona», recuerda.
No está ni totalmente en contra ni a favor de los deberes ya que cada alumno tiene su ritmo de aprendizaje, pero él no suele mandar porque piensa que los niños tienen que trabajar en la escuela, con su profesor, que ve sus fallos y le ayuda en el proceso.
Para el verano sugiere muchas actividades en familia, con amigos y al aire libre, pues como sociedad «cada vez estamos más conectados y más distanciados».
«Las familias tienen menos hijos, pasan más tiempo solos, jugar con los demás cada vez, por desgracia, es más raro», lamenta.
Su libro está pensado para niños de Primaria, pero también está abierto a otras personas ya que «uno puede ser un niño toda la vida». Puso de condición a la editorial poder regalar un ejemplar a sus alumnos y le está sorprendiendo que muchas madres y padres le dicen que lo están leyendo ellos.
Si se le pregunta por la profesión docente o por una nueva ley educativa -ambos temas tan en boca de los políticos- Gordillo comenta que «en este país la educación es como el fútbol, todo el mundo tiene una opinión formada».
Se declara «firme defensor de la educación pública» y asegura que «casi todo» lo ha aprendido de otros maestros con los que ha coincidido.
«Me da pena que no se hable del día a día» de un maestro, del «cariño que se pone en las mil cosas que se hacen» y solo se hable del «garbanzo negro».
No obstante, asevera que hace falta estabilidad legislativa y una ley educativa distinta, hecha por expertos. También mucha formación docente con innovación y autoevaluación.
Manuel Gordillo afirma que todo «no es cuestión de dinero» pues la mejor evaluación es ver que un niño va feliz al colegio.
En su caso, los alumnos entran corriendo al colegio y están esperando a que se abra la puerta de clase.
«Les saludo a la puerta y empiezo poniéndoles música, canciones que les gusta a ellos o a mi, y bailamos para activarnos un poco», relata este profesor, que intenta que todos se sientan aceptados y disfruten.
Todo ello, sin obviar la pizarra digital u otras aplicaciones tecnológicas porque «estas generaciones de nativos digitales adquieren los conceptos mejor con medios audiovisuales», argumenta.
Además, deja hablar a sus alumnos, algo que lamenta que se vaya perdiendo en los cursos superiores, pues considera que permitir contar a los chicos lo que han hecho en el recreo, si han tenido algún problema e intentar arreglarlo evita también el acoso escolar.
Estrella Digital