La última muerte ha ocurrido hoy en una vivienda en La Viñuela (Málaga), donde ha perdido la vida un menor de 4 años tras caer a una piscina; el mismo accidente que sufrió una niña de tres años en la localidad pontevedresa de Nigrán el pasado lunes, fecha en la que también falleció un adolescente de 14 años en las piscina municipales de La Granja d’Escarp, en Barcelona.
Además, permanece en estado grave, aunque evoluciona favorablemente, en el hospital 12 de octubre de Madrid un niño de 2 años que sufrió un ahogamiento en la piscina privada de una casa en la localidad madrileña de Morata de Tajuña.
Según los expertos, el ahogamiento infantil es la segunda causa de muerte por accidentes entre menores por lo que han advertido de que solo los chalecos salvavidas homologados pueden evitar estos trágicos sucesos, pues el resto de flotadores no son «elementos de seguridad», sino complementos para divertirse o aprender a nadar.
Así lo ha manifestado esta semana el responsable de seguridad acuática de la Fundación catalana de centros deportivos CET 10, Ramsés Martí, que ha alertado de que manguitos, flotadores redondos o churros de piscina son herramientas útiles para que los niños aprendan a nadar, pero no garantizan la seguridad del menor en caso de que haya algún inesperado percance.
Después de los accidentes de tráfico, la muerte por ahogamiento es la más corriente entre menores de edad, ya que un niño puede ahogarse con una sola inspiración que lleve agua a los pulmones (unos 20 segundos).
Las franjas de edad comprendidas entre los 0 y los 4 años y los 5 y los 9 son las más frágiles en este sentido.
Según el Informe Nacional de Ahogamientos del Consejo Superior de Deportes, entre el 1 de enero y el 20 de junio han perdido la vida 113 personas ahogadas en espacios acuáticos españoles.
Además, los datos del informe contabilizados hasta el pasado 15 de junio indican que de los 106 ahogamientos registrados, 30 (28 %) se habían registrado en playas, 10 en piscinas (9 %), 22 en ríos (21 %) y 44 en otros espacios acuáticos (42 %).
Del total de fallecimientos, 97 tuvieron lugar en espacios sin vigilancia (92 %) y 9 en espacios con supervisión de socorristas (8,5 %).
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