Ante la celebración hoy del Día Mundial Libre de Bolsas de Plástico, un informe elaborado por varias universidades norteamericanas y publicado recientemente por la revista ‘Science Advances’ certificaba que la humanidad ha generado unos 8.300 millones de toneladas métricas de plástico desde que comenzó su producción, distribución y venta a gran escala a mediados del siglo XX.
Menos del 10 % de esa cantidad ha sido reciclada: la mayor parte (un 79 %) terminó en vertederos o directamente el entorno natural y el resto, incinerada.
En los últimos años la UE ha lanzado campañas de concienciación junto con normativas legales para afrontar este problema y en 2015 aprobó una directiva, ya en vigor, cuyo objetivo es que cada europeo use anualmente 40 bolsas de un solo uso en 2025.
Desde mayo de 2018, además, los países comunitarios tienen obligación de informar sobre su consumo anual.
La aplicación de esta directiva ha sido escalonada incluso en Bélgica, sede principal de las autoridades europeas, ya que Bruselas la aplica desde diciembre de 2017 pero Valonia lo hizo un año antes y Flandes, un año después.
En Alemania, la disciplina ha dado sus frutos y, si en 2015 cada ciudadano usaba 45 bolsas de media, en 2018 la cifra bajó a 24, según la Central Federal de Consumidores.
Pero la ley no afecta a bolsas más delgadas, como las usadas para pesar frutas y verduras: en 2018 los alemanes usaron 37 de este tipo por persona.
Esta diferencia afecta a toda Europa, salvo excepciones como Francia que prohibió las bolsas de plástico en julio de 2016 y las de frutas y verduras no fabricadas con material compostable en enero de 2017.
En España, cerca del 20 % de las 180 bolsas consumidas por ciudadano al año termina como residuo y por ello las organizaciones ecologistas han pedido más dureza en la aplicación de la ley, un año después de su entrada en vigor.
Las estadísticas son peores en países de Europa central y del este como Polonia, donde la media es de 300 bolsas al año y, aún así, ha mejorado respecto a las 500 de hace diez años.
Grecia es otro caso: en 2017 consumía casi el doble que el promedio europeo de 269 por año y persona, aunque la entrada en vigor de una ecotasa en enero del año pasado ha reducido en un 85 % su uso, según la Agencia Helena de Reciclaje.
Esta medida, vinculada a la oferta alternativa de bolsas de papel o lona, ha sido también efectiva en Portugal, con una reducción del 50 %.
‘Brexit’ aparte, en 2015 entró en vigor en el Reino Unido la obligación de cobrar un mínimo de 5 peniques (5,5 céntimos de euro) por bolsa.
En realidad, el mayor problema no radica en Europa, como demuestra el estudio del Helmholtz Centre for Environmental Research de Leipzig (Alemania) que señala a África y, sobre todo, Asia como origen de hasta el 95 % de desechos plásticos más frecuentes: el polipropileno y el polietileno de alta y baja densidad.
Los ríos que vierten más desperdicios al océano son Níger y Nilo en África y Yangtze, Xi, Dong, Zhujiang, Ganges, Brantas, Solo, Serayu, Progo y Citarum -éste último río de Indonesia tiene el dudoso honor de ser el más contaminado del mundo- en Asia.
Pese a ello, cada vez más países africanos aplican regulaciones para prohibir o restringir el uso de bolsas de plásticos y en la actualidad son 34, según el Programa de la ONU para el Medio Ambiente.
El último en sumarse, el pasado 1 de junio, ha sido Tanzania, que prohíbe y multa por su importación, fabricación, comercialización y almacenamiento.
En Asia la situación es más complicada y, aunque no faltan iniciativas en China e India, los dos países más poblados del mundo, el esfuerzo parece insuficiente.
En China, las bolsas de plástico dejaron de ser gratuitas en 2008, lo que según el Gobierno de Pekín, ha permitido reducir el consumo, hasta 2013, en unos 67.000 millones de unidades.
Las autoridades impulsan ahora más medidas de reciclaje doméstico con multas incluidas, como las aplicadas a partir de esta semana en Shanghái.
En India, la región de Sikkim fue la primera en prohibir bolsas de un solo uso en 1998 y buena parte de los estados que conforman esta república federal ha seguido el ejemplo.
El estado de Maharashtra las prohibió el año pasado, incluyendo sanciones económicas, mientras que otros como Tamil Nadu o Himachal Pradesh ofrecen alternativas como bolsas con fibras biodegradables, con el horizonte de eliminarlas oficialmente en todo el territorio antes de 2022.
En América varios países se han sumado a la ola de concienciación, como Colombia, que aplica un impuesto al uso de bolsas desde julio de 2017 gracias al cual en diciembre de 2018 el consumo se había reducido un 53 % respecto a la media anual.
Estados Unidos posee una regulación flexible que depende de normativas estatales e incluso locales.
California fue el primer estado que prohibió las bolsas desechables en agosto de 2014 y luego siguieron estados como el de Nueva York o el de Hawai y ciudades como Washington, Boston, Chicago o Seattle.
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