Según los últimos datos facilitados por la Asociación Española de la industria de la panadería, bollería y pastelería (Asemac), la producción fue en 2018 de 178.000 toneladas; es decir, la cifra se ha duplicado en sólo dos décadas.
De acuerdo a los datos de la patronal, en 1998 sus empresas asociadas generaban 75.000 toneladas de estos alimentos; cantidad que hace una década alcanzaba las 117.000 toneladas.
En cuanto a las ventas, el informe de Asemac refleja el crecimiento de la facturación del sector de un 4,8 %, un incremento bastante más elevado que el registrado por el subsector del pan, que sólo repuntó un 1,1 %.
Del lado del consumo, según los datos oficiales del Informe de Consumo Alimentario en 2018 con una muestra de 12.500 hogares, cada español consume en casa 5,89 kilos de bollos y pasteles al año (no se precisa si todos ellos de producción industrial), lo que supone un 0,3 % más que el año anterior.
La mayor parte de este consumo per cápita se realiza en productos envasados (4,47 kilos por persona), frente a 1,42 kilos a granel; y la mitad los compra en supermercados y tiendas de autoservicio.
Son los adultos independientes, señala el estudio, quienes más bollos consumen, hasta casi 9,5 kilos por año.
Por comunidades autónomas, los consumidores de Baleares (6,49 kilos por persona) y la Comunidad de Madrid (6,48) son los que más superan la media nacional; mientras que los riojanos (4,72) y los Canarios (4,84) son los que muestran menos interés por estos alimentos.
En términos generales, el presupuesto destinado a comprar bollos y pasteles para su consumo en el hogar subió un 1,4 % y se sitúa muy cerca de los 30 euros al año, con un precio medio de 5,08 euros por kilo.
A ello se suma el consumo de bollería en bares, restaurantes y cafeterías, que representan una media de 2,3 kilos por persona, el 5,7 % del total del conjunto de alimentos que comemos fuera del hogar.
Según la última actualización de la pirámide de la alimentación, que realiza la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), la bollería industrial se encuentra en su vértice: no es necesario consumirlos y en caso de hacerlo se recomienda que sea de una forma ocasional, no más de una vez a la semana y de forma moderada.
Las industrias asociadas a Asemac se han unido al Plan de Colaboración para la mejora de la composición de los alimentos y bebidas, una medida de carácter voluntario impulsada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan).
En virtud de este compromiso, las empresas tienen que reducir el 5 % del contenido medio de azúcares de los pastelitos rellenos con y sin cobertura, bollos con y sin relleno, rosquillas con cobertura, croissants y magdalenas.
Además, plantea la disminución del 5 % del contenido medio de grasa saturada en rosquillas sin cobertura, rosquillas con cobertura y bollo con pepitas de chocolate. EFE
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