viernes, noviembre 22, 2024
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La «manipedi», una moda no exenta de riesgos

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Los centros de manicura y pedicura han proliferado como respuesta a una demanda cada vez mayor, aunque los profesionales que los regentan desarrollan prácticas para las que no están preparados ni formados, tal y como advierten los podólogos, los dermatólogos e incluso desde el propio sector de la estética.

Una falta de formación que puede conllevar riesgos a clientes y a los propios esteticistas, que ignoran que los productos que manejan para hacer los muy demandados esmaltados permanentes pueden acarrear alergias, eccemas o dermatitis, manchas o deformidades en las uñas, avisan las dermatólogas María Antonia Pastor y María Elena Gatica, del grupo de Dermatitis de Contacto de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

La estética, aclara el secretario general del Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos, Rafael Navarro, está regulada con grados de Formación Profesional de hasta dos años, en los que se forma sobre manicura y pedicura, pero se ciñe exclusivamente a la «pura estética», es decir, «pintar la uña».

LA ESTÉTICA ES PINTAR LA UÑA, EL PODÓLOGO TODO LO DEMÁS

«No se habla de instrumental de corte de uñas ni de elementos cortantes para quitar una dureza; sí que habla a lo mejor de limas, pero en principio la pura estética del pie es pintar la uña. Todo lo demás es irse de los límites de la profesión», sostiene Navarro.

Y ese «todo lo demás» es labor de los podólogos quienes, además, tienen la capacidad diagnóstica de la que carecen los esteticistas: éstos «no saben qué es lo que está viendo y no es capaz de diferenciar si lo que tenemos es una uña enferma o no, si es un callo o una verruga», insiste Navarro.

COMO SI ESTUVIERAN EN UN QUIRÓFANO

Hay que tener mucho cuidado con el instrumental que se emplea y no vale con «pasar un pañito de algodón con alcohol», es necesario esterilizarlo a más de 125 grados en aparatos específicos.

De lo contrario, puede ser foco de hongos -que padece el 20 % de la población- e infecciones tan importantes como la hepatitis C. Y es que basta que haya una pequeña grieta en carne viva en el talón para contagiarse, alerta el podólogo.

«Como cualquier profesional en contacto con materiales sensibilizantes, una esteticista debe observar medidas estrictas de protección (guantes adecuados, mascarilla, etc)» y trabajar «como si estuvieran en un quirófanos», añaden las dermatólogas. «El hecho de que no observe estas medidas refleja que ignora los riesgos, no se protege por desconocimiento y por lo tanto no va a proteger a su cliente», apostillan.

Solo así evitarán que los acrilatos, moléculas con un alto potencial sensibilizante presentes tanto en los esmaltes permanentes en estado fresco como en productos de las uñas acrílicas y de gel y que son causantes de «la epidemia de alergias» que actualmente copan sus consultas, salgan de la mesa de trabajo y no se contaminen otros objetos.

«Esta alergia puede implicar un riesgo de reacciones alérgicas en el futuro a otros materiales que los contengan, como prótesis de traumatología o materiales odontológicos», afirman. De ahí que sea «muy importante evitar dejar el móvil u otros objetos como vasos, comida o bebida encima de la mesa de trabajo para evitar su contaminación», puntualizan las doctoras.

LOCALES QUE NO CUMPLEN LOS REQUISITOS

Pese a ello, a día de hoy «se abren muchos centros de manicura y pedicura que no tienen ninguna habilitación. Ahí son los ayuntamientos los que regulan las licencias de actividad y no sé si se les requerirá los estudios o no, pero con la proliferación de centros chinos que hay es de imaginar que no piden nada», agrega Navarro.

Ante esta falta de cumplimiento de unos requisitos mínimos, Isabel Peña, presidenta de la Asociación de Esteticistas de Albacete, perteneciente a la Federación Nacional de Asociaciones de Esteticistas (Fanae), urge a las autoridades competentes a tomar medidas.

En este sentido, avanza que Castilla-La Mancha será pionera en aprobar un norma de obligado cumplimiento para el sector que obligará a los profesionales no solo a poseer una titulación, sino también a disponer de seguros de responsabilidad y a proporcionar a los clientes un consentimiento informado de las prácticas que les van a realizar.

DESCONFIAR DE LOS PRECIOS BAJOS

¿Cómo saber si el centro al que vamos a hacernos la manicura o la pedicura es fiable? Peña da algunas pistas: que los profesionales no vistan ropa de calle, que el instrumental utilizado se encuentre precintado y se abra delante del cliente -«como en el dentista»- y fijarse que tantos los esmaltes como las lámparas secantes cuentan con sellos de calidad.

«Y desconfiar, sobre todo, de precios bajos: nadie da duros a cuatro pesetas, en ningún sitio», recalca la esteticista.

EL INTRUSISMO ANTE LOS TRIBUNALES

La explosión de centros ha traído de la mano numerosos casos de intrusismo, algunos de los cuales los podólogos han llevado con éxito a los tribunales.

Una de las resoluciones más recientes ha sido dictada por la Audiencia Provincial de Valencia, que esta semana ha condenado a una persona por ejercer supuestamente una actividad de estética de pies y reflexología podal en un establecimiento de Ontinyent utilizando útiles y herramientas punzantes propias de la podología.

¿EXISTE LA «MANIPEDI» PERFECTA?

«No pasa nada por pintarte las uñas con esmaltes normales», tranquiliza Navarro, quien avisa no obstante de que «tenerlas los 365 días al año cubiertas hace que la posibilidad de que se infecte por hongos es muy alta» porque la uña «es muy permeable», más incluso que la piel.

Según este experto, «es bueno» quitar las durezas, que en esta época aumentan «con el chancleteo y el tener el pie al aire». Eso sí, lo tiene que hacer un podólogo. «Lo ideal es ir al podólogo y después, a pintarse las uñas al esteticista», concluye.

En ningún caso, opinan las dermatólogas, es recomendable cortar la cutícula, que «solo se debe deslizar suavemente hacia la matriz con un palito de naranjo o material correctamente esterilizado luego de haber colocado la mano en agua jabonosa durante unos minutos para que se ablande y limpie la piel».

Gatica y Pastor insisten en que los problemas de alergias vienen sobre todo de la mala técnica de aplicación de los esmaltes permanentes: «la manicura tradicional, dado que no contiene acrilatos, es una alternativa más segura», y aunque también se han descrito alergia de contacto a sus ingredientes, son mucho menos frecuentes.

Con todo, las doctoras lo tienen claro: «No existe la manicura perfecta. Como muchos otros hábitos relacionados con la estética, como por ejemplo, el tinte de pelo y los tatuajes, la manicura no está exenta de riesgos», zanjan.

Estrella Digital

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