Desde París, el granadino Juanjo Guarnido («Blacksad» o «El Buscón en las Indias») no puede disimular estar «muy triste», y no solo por la situación que vivimos con el COVID-19, sino porque hoy conocer la muerte de Uderzo le ha «dado la puntilla», ya que le duele en lo más profundo de su ser que se haya ido el autor que conoció cuando con 10 años leyó el primer Asterix y Obélix de su vida, un ejemplar que, recuerda, ni siquiera se lo regalaron a él, sino a su hermano mayor.
«Fue la primera bofetada gráfica que me llevé después de haber estado años leyendo tebeillos. Cuando vi ese cómic me dije ¡esto qué es, cómo se pueden dibujar así los caballos, las perspectivas!. De niño creo que tenía un ojo bastante certero en dibujo, y tuve la sensación de que todo lo que había visto hasta entonces era menor al lado de lo que se me estaba desplegando delante», rememora.
Y así lo confirma años después, porque «aquellos dibujos eran perfectos». «Es una de mis grandes influencias, quizá la más grande», expresa este dibujante granadino afincado en París que hace 10 años se puso «el traje» para estar «digno» al entregar un premio a Uderzo.
Parte de la infancia ha sido también Uderzo para uno de los padres de la ilustración española, Paco Giménez, para quien el creador de otras tiras como la del pequeño indio Umpah-Pah fue «en cierta forma» su profesor de dibujo.
«Copiaba una y otra vez las viñetas de Astérix: las calles de un mercado en Lutecia, las termas romanas, un pueblo de la Galia. Me encantaba el dibujo de Uderzo, la expresión de sus dibujos, el dinamismo, esos fondos tan detallados», cuenta también Giménez, para quien su colección de álbumes de Astérix es su «Tesoro de la Corona».
«De vez en cuando los hojeo -dice- para asegurarme de que no es simplemente nostalgia. Goscinny puso alma a los personajes, pero Uderzo les dio el mejor cuerpo posible a tan entrañables personajes. Uderzo se merece un lugar destacado en la historia del cómic».
Así lo considera también Carlos Pacheco, uno de las firmas internacionales de la viñeta patria, quien confiesa: «Yo no sería dibujante sin ti». Una confirmación que ha rematado con un: «Era el mejor dibujante del mundo».
Por su parte, el experto en cómics Alvaro Pons ha rememorado también cómo sus recuerdos como lector de cómics «van de la mano» de Uderzo y Astérix.
«Devoraba los álbumes que firmaron Goscinny y Uderzo, barruntando que, pese a todo, me estaba perdiendo muchas cosas que, con el tiempo iría descubriendo. La maestría del trazo de Uderzo, ese sentido único del slapstick visual, del gag y de la expresividad, no era necesario ni leer para dejarse llevar por ese humor hilarante y gestual. Era el complemente perfecto para la fina ironía de Goscinny, para ese poso que siempre dejaba la lectura de sus guiones», ha matizado.
Pero para Pons Uderzo fue «mucho más» que Goscinny: «fue un dibujante hiperdotado, que pasaba del naturalismo a la caricatura con facilidad pasmosa, pero también un defensor imbatible de los derechos de autor de los dibujantes de cómics».
Y las reacciones también han llegado desde el mundo del cine, de cineastas como Alex de la Iglesia quien ha criticado que como Uderzo «hacía caricaturas (como en el cine) le restaban valor artístico».
Aunque para De la Iglesia, Uderzo «es uno de los más grandes dibujantes del siglo XX». Un autor con un estilo «tan universal que no parece personal, porque todos le imitaron. A la altura de Raymond, Cannif, Moebius, Eisner».
Asimismo, José Corbacho no ha dudado en mostrar su completa colección de Astérix y Obélix, con personajes y aventuras que siempre formarán parte de su vida. «Merci», concluye.
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