Desde la declaración del estado alarma, la Guardia Civil ha intensificado su acercamiento a los habitantes de las zonas rurales, donde hay numerosa población que depende para su movilidad de unos servicios básicos que actualmente se hayan mermados.
El denominador común en estos pueblos rurales – que en Asturias lo conforman numerosas casas diseminadas por el paisaje-, es la cercanía entre sus habitantes.
Este es el caso de Juan, un vecino del Berodia, un pequeño pueblo enclavado en los Picos de Europa, en el concejo municipal de Cabrales. A sus 80 años, y sin carnet de conducir, bajaba caminando cinco kilómetros para abastecerse de los productos necesarios para su vida cotidiana.
Esta distancia es la que separa Berodia -donde vive-, de Carreña de Cabrales, cabecera de municipio y lugar donde se ubican los supermercados, bares, banco, etc. Tras el decreto del estado de alarma, esta persona carece de posibilidad de acercarse al pueblo a por suministros.
Por ello, el alcalde, conocedor de sus necesidades, realiza la compra de los mismos, y es la Guardia Civil quien se la lleva, en concreto un guardia del Puesto de Carreña, con quien tiene una confianza especial.
El guardia civil Rubén le ha llevado dos bolsas de comida, además de asegurarse que se encontraba bien y preguntarle por si necesitaba algo más, como comida caliente.
No, contestó Juan, pero ¿puedo acercarme al banco el lunes?, es que necesito hacer el pago de la luz, que si no me la cortan. Contestándole Rubén: “No te preocupes que ya hablo yo ahora con el banco y el lunes ya te digo”
Así es como funciona la Guardia Civil en la zona rural, dando apoyo en lo que necesiten sus habitantes, y solventando sus dudas, sobre todo en la población más vulnerable como son la gente de avanzada edad como Juan.
Estrella Digital