El amigo de Rita Barberá y de Francisco Camps -con quienes llegó a formar el núcleo duro del poder valenciano-, que no dudó en llevar un crucifijo a su toma de posesión como presidente de Les Corts y que llegó a decir por error que había metido «la mano pero no la pata», ha fallecido este lunes en el hospital de Manises (Valencia).
Nacido en Xirivella (Valencia) en 1950, a lo largo de veintitrés años fue engordando un currículum político con los cargos de concejal de València, director general de la Policía, delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, conseller y vicepresidente del Gobierno valenciano, y presidente de Les Corts Valencianes.
Cotino llegó a la política con UCD, si bien fue gracias al Partido Popular y a la llegada de Rita Barberá a la alcaldía de València cuando accedió a su primer cargo público: el de teniente de alcalde y responsable de Servicios Sociales y Seguridad Ciudadana.
El salto a la política nacional lo dio en mayo de 1996, de la mano del entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, quien le nombró director general de la Policía, cargo en el que estuvo seis años y luego regresó a la Comunitat Valenciana como delegado del Gobierno.
Menos de dos años después, en abril de 2004, cesó como delegado a raíz de la victoria de los socialistas en España, si bien el entonces president de la Generalitat, Francisco Camps, le recuperó cuatro meses después para que entrara en el Gobierno valenciano.
A lo largo de siete años, entre 2004 y 2011, Cotino ocupó distintas carteras en el Ejecutivo valenciano: primero fue conseller de Agricultura y luego vicepresidente tercero, con las competencias de Bienestar Social y posteriormente de Agua, Medio Ambiente y Vivienda.
Tras las elecciones autonómicas de 2011 fue nombrado presidente de Les Corts Valencianes, cargo que supuestamente iba a ocupar de forma transitoria y en el que se caracterizó por llevar un crucifijo y la Biblia al juramento del cargo y por enfrentarse con Mónica Oltra -entonces en la oposición como portavoz en Compromís-, a la que expulsó varias veces del pleno.
Su gran amistad con Camps le llevó a ser uno de los participantes en la reunión en el domicilio del president en la que se acordó, en julio de 2011, que este presentara su dimisión tras haber sido procesado en la causa de los trajes del caso Gürtel, y fue él quien llevó en su coche a Camps a la primera sesión de ese juicio.
Durante sus tres años al frente de Les Corts, la oposición pidió su dimisión por las adjudicaciones de la Generalitat de plazas residenciales a una empresa de su familia -sobre la que una comisión parlamentaria concluyó en 2017 que hubo «trato de favor»- o por supuestas irregularidades en las empresas públicas Emarsa y Vaersa bajo su gestión.
Fue también la época en que las víctimas del accidente de metro de Valencia de 2006, en el que fallecieron 43 personas y resultaron heridas 47, le acusaron de haberles ofrecido trabajo a cambio de que no denunciarán, y en la que se emitió el programa de televisión en el que respondía con silencios a las preguntas de Jordi Évole.
Cuando cambió de color el Gobierno valenciano, después de dos décadas de Ejecutivos del PP, una nueva comisión parlamentaria de investigación sobre el accidente de metro concluyó en 2016 que Cotino fue uno de sus responsables políticos.
Mientras presidía Les Corts tuvo que declarar como testigo ante la Audiencia Nacional por supuestos pagos en negro al PP, y se publicaron conversaciones telefónicas de su sobrino Vicente Cotino con el empresario Enrique Ortiz, en las que se le citaba como supuesto conseguidor de negocios para empresas de su familia.
A raíz de estas, el Gobierno valenciano presidido por Alberto Fabra le señaló la puerta de salida, que en un principio se negó a cruzar aunque finalmente dejó Les Corts en octubre de 2014, apenas un mes antes de ser imputado por los contratos con la trama Gürtel en la visita del papa a València en 2006.
Para la posteridad queda el lapsus que cometió al acudir a declarar por esta causa en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, cuando dijo a los medios de comunicación que podía «haber metido la mano, pero nunca la pata», si bien quería decir lo contrario.
Esta misma causa ha acabado en la Audiencia Nacional, donde a principios de marzo acudió a declarar como procesado. Solo unos días después de volver de Madrid fue ingresado con coronavirus en el Hospital de Manises (Valencia), donde su estado se ha ido agravando y finalmente ha fallecido.
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