«Inolvidable su ‘In the ghetto’, inolvidable todo su talento, carisma y rabiosa personalidad», señala la Entidad de Gestión de Derechos de actores, dobladores, bailarines y directores de escena en un mensaje que alude a una de sus interpretaciones musicales más emblemáticas y particulares, a partir de la canción que popularizó Elvis Presley en primer lugar.
Nacido en Ruzafa (Valencia), se crió en el seno de una familia gitana dedicada a la venta ambulante y a los tratos de ganado e hizo carrera artística en Madrid tras recorrer media España junto a ellos, practicando el cante flamenco y estilos diversos como la zambra y la rumba.
Primo hermano de Sabicas, entre sus seis hermanos se cuentan además el guitarrista Juan José Castellón Vargas y, sobre todo, Dolores Vargas ‘La Terremoto’, a quien acompañó en sus primeras canciones, como «Penas de la gorriona» o «Málaga bella».
A los 14 años debutó en el Teatro Calderón de Madrid en el mismo espectáculo que Lola Flores y muy poco después formó su primer espectáculo, «Pinceladas», llegando a convertirse en una gran figura de la canción española en los años 50, pese a que su pasión real era el toreo, con el que no consiguió la misma repercusión.
Con decenas de espectáculos que recorrieron varios países a su espalda, su compañía sirvió además de plataforma de despegue para muchas otras figuras, como Rocío Jurado, Carmen Sevilla o Manolo Escobar.
Se cuenta que fue precisamente en uno de esos espectáculos cuando Escobar escuchó de su boca por primera vez interpretar «El porompompero» y que, con su aquiescencia, lo terminaría incorporando a su propio repertorio.
Una situación similar se repitió años después con «Tengo miedo», que terminó popularizando «la más grande», y de nuevo con «Obí, Obá, cada día te quiero más», que obtuvo mayor repercusión en la versión que estrenaron Gipsy Kings a finales de los años 80.
Entre los temas que sí trascendieron con su voz se encuentran «¡Ay, Mi Dolores!», «Tani» o «Cariño de Legionario» y versiones de «Delilah» y «Obladí Obladá».
Como actor destacó con papeles como el de «Brindis al cielo» (1954), su primer gran rol protagonista, en una breve carrera que llegó hasta el filme «Españolear» (1969) y en la que sus personajes a menudo se presentaban como El Príncipe Gitano.
Sobre ese apodo artístico, él mismo relató que lo acompañaba desde niño. Rubio y de ojos verdes, ataviado habitualmente con una gorra y una capa de marinero, alguien confundió con una criada a su madre durante un paseo juntos en el que tuvo un percance con un tranvía. «Señora, pues tiene usted un principito», cuenta que le dijeron a su progenitora tras enmendarse el equívoco.
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