viernes, noviembre 22, 2024
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Fallece a los 90 años Dámaso Gómez, el «León de Chamberí»

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Nacido en Madrid el 1 de abril de 1930, los mejores años de la trayectoria de este temerario y honrado torero llegaron en la década de los setenta cuando se convirtió en todo un especialista de las ganaderías consideradas duras.

Manejó con facilidad el capote -muy variado-, fue un comprometido banderillero y un poderoso muletero, aunque la espada siempre fuera su talón de Aquiles, de ahí que su carrera estuviera plagada de altibajos.

Se vistió de luces por primera vez en Lillo en 1947 (Toledo), debutó en Vista Alegre (Madrid) en 1949 y un año después haría lo propio en Sevilla y Madrid. En Las Ventas cortó una oreja que le permitió torear hasta en trece ocasiones más como novillero.

Julio Aparicio, el actual decano de los toreros, le dio la alternativa en presencia de Manolo Vázquez la tarde del 25 de mayo de 1953 en Barcelona, una ciudad donde caló por su poderoso concepto.

Confirmó la alternativa un año después en Las Ventas con Rafael Ortega como padrino.

Una tarde del agosto de 1967, cuando su carrera se había diluido por el escaso número de festejos, resurgió en Las Ventas cortando una oreja. Al año siguiente debutó en la feria de San Isidro a los 14 años de alternativa para torear una corrida de Miura.

Su tranquilidad pese al peligro de los toros impactó en los tendidos, motivo por el que en 1968 su carrera comenzó a coger ritmo de nuevo, gracias a también a su honradez profesional, lo que le permitió convencer a los públicos más exigentes, pero al mismo tiempo caer herido hasta en tres ocasiones.

El 69 estuvo marcado por las cornadas, especialmente la de Zaragoza y la de Bilbao. En 1970 vuelve a lograr un trofeo en Madrid, esta vez de un Murteira Grave en agosto. El verano del 72 de nuevo le guardaba su mayor gloria: abrió la Puerta Grande de Las Ventas tras cortar dos orejas a un toro de Victorino Martín. En 1975 logra una oreja de un «miura» y otra de un «murteira» en Madrid.

Pese a alcanzar la cumbre de su carrera y de contar con el respeto de los aficionados, entre 1972 y 1981, año en el que se despediría de los ruedos, sus contratos no superaron la decena por temporada.

Algunos le apoderaron como «el Luis Miguel de los pobres», aunque otros, como el crítico taurino José Luis Suárez Guanes prefirió «el rey de los modestos»; pero el sobrenombre que realmente le dio a conocer fue el de «León de Chamberí» por haber sido capaz de mostrar su personalidad en esas corridas duras de los setenta compartiendo cartel con toreros como Limeño, Andrés Vázquez, Andrés Hernando, José Falcón o Ruiz Miguel. 

 

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