La COVID-19 ha dejado al descubierto una «falta de políticas públicas en la protección animal», ha lamentado este organismo en un comunicado en el que pone de manifiesto las «graves consecuencias que ha tenido y continúa teniendo la situación de pandemia entre nuestros animales».
“La crisis ha puesto en evidencia la deuda histórica que tiene el sector público con las políticas de protección animal, a las que está obligado por diversas normativas”, ha advertido la abogada especialista en derecho animal y portavoz del IPPPA, Anna Mulà.
La carencia de una «estructura institucional preparada», según este organismo, ha provocado una «falta de alternativas de custodia para los animales de las personas hospitalizadas o puestas en observación por haberse contagiado de coronavirus».
Ante esta situación, los animales «han quedado solos en viviendas o bajo la tutela temporal de entidades protectoras o de los vecinos que, con buena voluntad, los cuidan y alimentan».
Además, se ha producido una «paralización de miles de acogidas y adopciones, al estar cerradas protectoras y refugios», y las administraciones municipales «han hecho oídos sordos a las peticiones civiles e instrucciones del gobierno central de facilitar las adopciones como medida necesaria para garantizar un hogar a muchos animales que, tanto física como psicológicamente, han sufrido situaciones límite».
A pesar de que «todavía no hay cifras oficiales», el hecho de que refugios y protectoras estuvieran cerrados durante el confinamiento, junto a la situación de enfermedad y hospitalización de millones de personas, «hace prever un importante repunte de animales abandonados».
El Instituto de Políticas Públicas de Protección Animal también ha denunciado «la compra y venta de animales por internet sin freno ni control alguno», así como la «desatención de colonias de gatos ferales».
En cuanto a la proliferación de fauna silvestre en zonas urbanas y periféricas debido a la menor movilidad humana durante el tiempo de encierro, Mulà ha apuntado que «la única respuesta institucional para su control ha sido proponer cacerías», cuando «hay experiencias alternativas ya en funcionamiento que abogan por el uso de jaulas de trampeo para reubicar a los animales capturados y reflectores para la prevención de accidentes», entre otras.
Según Mulà, «si algo debe aprenderse de la pandemia es que la biodiversidad es nuestro seguro de subsistencia en este Planeta, nuestra barrera natural entre el ser humano y los virus, y menguarla es un suicidio».
La portavoz del IPPPA ha abogado por «concienciar, transformar mentalidades y acciones públicas», pues «los países que triunfan en estas políticas son aquellos que cambiaron la perspectiva hacia la convivencia responsable».
Este organismo ha puesto a disposición de las administraciones públicas el curso «online» gratuito “Convivencia responsable en tiempos de coronavirus” para “fomentar políticas públicas de protección animal basadas en lograr una convivencia responsable y armoniosa entre la ciudadanía y los animales de familia, durante y tras el Estado de Alarma”.
Estrella Digital