Roca trabaja con estas comunidades indígenas de la zona de la sierra Nevada de Santa Marta para proveer las necesidades de su nuevo negocio y, ahora, ha sido capaz de casar los dos sabores.
Al menor de los hermanos Roca, que ha sido considerado como el mejor pastelero del mundo, se le ocurrió que la mejor manera de sacar adelante su idea era contactar con la firma Can Castelló, experta en chuchos y, en su opinión, quien «mejor borda» este postre.
Su responsable, Julià Castelló, ha estado este jueves en Casa Cacao con su maestro chocolatero, el galés Damian Allsop, y con Jordi Roca para presentar el producto que ha salido de ese trabajo conjunto.
El genio pastelero del Celler de Can Roca ha explicado que costó «muy poco» pasar de las ideas a la realidad gracias a la experiencia de Castelló y que el resultado es «muy bueno».
Además, ha reivindicado la calidad del chocolate de los arhuacos, que le proporciona «una gente muy auténtica de una comunidad indígena que trabaja con el cacao de manera muy especial desde tiempos inmemoriales».
Julià Castelló ha subrayado el «honor» que siente por trabajar de la mano de los hermanos Roca, que le propusieron esta colaboración «tan gerundense»
Castelló ha detallado que el chocolate de los arhuacos contiene un 72 por ciento de cacao y que ligaba «muy bien con la parte dulce de la crema del chucho».
«Practicamente es un trufado de crema», ha señalado, antes de explicar que, en el establecimiento de Jordi Roca, se sirve caliente, «porque todos los aromas se interpretan mejor».
Damian Allsop ha explicado que todos los chocolates son diferentes en función de la cosecha y que, la del año pasado, tuvo problemas de humedad que complicaron el secado, que fue más largo de lo habitual, por lo que el producto ha desarrollado «más notas de madera, un toque de humo y no es tan afrutado como otros».
Este chucho se vende exclusivamente en Casa Cacao, pesa 50 gramos y se elabora con la técnica que Can Castelló utiliza desde hace más de cien años.
Estrella Digital