De hecho la periodista extremeña Esther Sánchez Lázaro (Badajoz, 1982), que firma sus obras con el seudónimo de Mariam Orázal, llegó a este género cuando un cáncer de mama a los 30 años le hizo refugiarse en la lectura y devorarse «casi de manera compulsiva» los únicos libros que todavía quedaban en su casa sin que ella los hubiera leído, una colección de 63 novelas de Johanna Lindsey que pertenecía a su madre y a su hermana.
En una entrevista con Efe, explica que le gustó tanto el género, que empezó a buscar a otras autoras y casi sin quererlo se produjo su metamorfosis de lectora a escritora, porque «cuando lees tantísimo y lees siempre el mismo tipo de historias, al final se te acaban ocurriendo a ti tus propias historias».
Mariam Orázal comprende los prejuicios que pueden existir en torno a la novela romántica y reconoce que es un género «en que los personajes no eran feministas, ni ellos ni ellas». De hecho, añade, «en la época en la que a mí más me gusta ambientar las novelas, que es la época victoriana en el Reino Unido, las mujeres prácticamente no eran nada».
«Eso no significa que a mí eso no me moleste», aclara, además de destacar que «la novela romántica también se caracteriza por sacar a esas mujeres de los cánones en que estaban encerradas» y por «el triunfo del amor inconformista contra lo establecido».
Por ello, la protagonista de su última novela «Una cura para el alma», que se publicará la próxima primavera tras alzarse con el Premio Vergara, es una mujer que aunque vive en la Inglaterra victoriana se dedica a la medicina en un momento en el que la ciencia estaba vetada a las mujeres.
Precisamente, el jurado destacó de ella que fuese «una historia de coraje y ternura, perfectamente ambientada, con una protagonista audaz, unos magníficos personajes secundarios y una trama romántica de las que llegan al corazón y dejan una sonrisa en los labios».
A juicio de Orázal, «la novela romántica suele ser rigurosa en cuanto a la ambientación y retrata las actitudes machistas y retrogradas de las personas de la época, pero también muchas veces te ayuda a contar la historia de aquellas pioneras y a reflejar cómo eran las cosas de difíciles para ellas a la hora de superar esas barreras que les ponía la sociedad en el deseo para alcanzar sus sueños».
Por eso, según dice, ella «busca retratar esa sociedad, lo injusta que era y que a pesar de ello, había personas que lograban ser felices, que encontraban el amor y que conseguían sobreponerse a las dificultades del camino y tener vidas plenas y maravillosas».
Orázal también aclara que no ha llegado a la novela romántica para prestigiarla o para ser moralista. Ni siquiera pretende ser original, según admite, porque le encantan los «clichés» del género, «las historias de segundas oportunidades o el hecho de que te enamores de tu mejor amigo».
Su única intencionalidad, según repite a lo largo de la entrevista, es llegar al corazón de sus lectoras «con historias bonitas y alegres que les dejen un buen sabor de boca» y en ese sentido huye del drama porque tiene algo muy claro: «No quiero que alguien que me lea sienta angustia, jamás».
Y es que Mariam Orázal quiere lograr en los demás lo que para ella es la lectura, «su válvula de escape, una especie de flotador salvavidas que siempre me acompaña». Le ocurrió con su cáncer y le ha pasado ahora también en estos duros meses de confinamiento, en el que el amor a los nuestros se ha vuelto a erigir en la prioridad de una vida medio paralizada con la pandemia.
Por ello, aunque no puede asegurar que se escribirá una gran novela sobre «el amor en los tiempos de covid», está convencida de que esta pandemia, como de hecho ya esta ocurriendo, «inspirará muchas historias. Esto va a generar un montón de guiones, de novelas, a lo mejor no precisamente románticas, y nos va a dar munición en el mundo creativo para muchos años».
Por otra parte, la escritora extremeña ve muy difícil que tengamos una nueva Corín Tellado en el siglo XXI, ya que es imposible ser tan prolífica como ella, con alrededor de 5.000 novelas y relatos escritos.
En ese sentido, explica que el hecho de que el género de la novela romántica sea tan poco considerado, a pesar de que Tellado, traducida a 27 idiomas, es la autora más vendida en idioma español y la más leída después de Miguel de Cervantes, tiene que ver también precisamente con que es un género mayoritariamente escrito y leído por mujeres, porque «todo lo que se asocia tradicionalmente e históricamente a cuestiones femeninas queda un poco ahí de lado».
Recuerda que «Cincuenta sobras de Grey» supuso un revulsivo para el género y le hizo ganar muchas lectoras que «se dieron cuenta de que más allá de Cincuenta sombras había todo un mercado de novela romántica de muchísima mejor calidad» y confía en que «Los Bridgenton», la serie victoriana que actuamente triunfa en Netflix, pueda acercar a los jóvenes a leer a Julia Quinn, una de sus escritoras preferidas.
Mariam Orázal o más bien Esther Sánchez Lázaro celebrará este domingo de San Valentín con su amor de toda la vida, Adolfo. Juntos han superado tres cánceres, dos él y uno ella, por eso ellos no necesitan más regalos que tenerse el uno al otro, según reconoce, aunque defiende que cada uno celebre o no celebre la fiesta de Cupido «como le de la gana», incluso reivindica que «no todo el mundo tiene por qué ser romántico».
–