El 8 de marzo es ese día en el que todas las mujeres merecen un homenaje. Y lo merecen todas, presentes, pasadas y futuras, sin hacer ningún tipo de distinción o discriminación, puesto que todas, absolutamente todas, han luchado por hacer este mundo mejor, y porque sin ellas, esta época que nos toca vivir no sería igual. Y todos, absolutamente todos, tenemos el derecho y por qué no, incluso la obligación de homenajearlas, y nadie tampoco es quién para quitarnos ese derecho.
Porque sin la existencia y la lucha, cada una a su manera, de todas ellas, la sociedad no habría evolucionado a los niveles de bienestar que estamos alcanzando. Muchas han luchado desde el anonimato, desde la sencillez, fomentando los valores de respeto e igualdad a sus hijas e hijos.
Otras lo han podido hacer desde un púlpito o desde el Congreso, tomando un papel más visible o público. Pero para todas, el camino ha sido muy duro, y sin el esfuerzo de todas, no se habrían alcanzado los logros actuales.
Pero queda mucho camino por andar todavía, y en todos los países. Y no debiéramos confiarnos y pensar que la desigualdad es un problema que les afecta a otros. El hecho que la sociedad española haya alcanzado unos niveles de desarrollo muy elevados en los últimos 40 años, no significa que tengamos todavía mucho camino por recorrer en cuanto a la brecha salarial, la presencia de la mujer en cargos o puestos de responsabilidad, el techo de cristal, la violencia de género o el acoso sexual.
Y además la pandemia del covid 19 está acrecentando muchos de estos serios problemas, como es el aumento del desempleo femenino o de la brecha salarial. Y para superar estos serios problemas de desigualdad lo primero que tenemos que hacer es reconocerlos, todos, para así luego entre todos, superarlos.
Porque los problemas de todos tenemos que vencerlos todos juntos, y no sé cuanto tiempo llevará esto, pero tengo claro que cuanta más dividida y sectorizada esté la sociedad, más tardaremos en superarlos. Y flaco favor hacen los adalides políticos a las mujeres cuando quieren autonombrarse como los únicos defensores de la mujer, como los únicos que defienden sus derechos.
No hacen otra cosa que autoexcluirse de la verdadera lucha, convirtiéndose en mercaderes por un puñado de votos, dividiendo a la sociedad, y enlenteciendo e incluso retrasando el camino hacia una sociedad madura en donde el respeto y la igualdad sean dos de sus valores fundamentales.
Y ahora que ha pasado el 8 de marzo, tenemos 364 días para seguir luchando hasta el próximo homenaje, 364 maneras de hacer un mundo mejor, en igualdad. Yo, a título personal, quisiera rendir mi pequeño pero sincero homenaje a una persona, anónima, como millones de ellas, pero que ha puesto su grano de arena para hacer este mundo mejor, en igualdad.
Nunca ha salido en la televisión o ha hablado públicamente, pero ha criado a sus hijas y su hijo inculcando profundos valores en igualdad. Mi madre. Muchas gracias por ser como eres, porque yo soy como soy gracias a ti.
Jaime Caneiro