Mientras miles de madrileños preparan sus maletas para hacer una escapada veraniega tras más de un año de restricciones a causa de la pandemia, otra parte de la población sigue gravemente afectada por la crisis económica, por lo que asociaciones vecinales, fundaciones y entidades solidarias piden más donaciones para llenar sus despensas ya que recuerdan que «el hambre no se va de vacaciones».
Es la llamada de atención de Ana Roda, responsable de primera atención de la Fundación Madrina.
De cara al mes de agosto los miembros de esta Fundación -que organiza repartos tres días a la semana en la Plaza San Amaro de Madrid- ven con cierto escepticismo la llegada de las vacaciones de verano porque temen que siga en descenso el número de donaciones.
Con su despensa «bajo mínimos», los organizadores de este reparto se movilizan para hacer una llamada a la solidaridad, con el fin de seguir ayudando a las personas y familias más vulnerables.
Y es que las personas afectadas no pueden planear un descanso vacacional porque solo tienen la preocupación de «que no les echen de su casa», añade Roda, que reconoce un leve descenso en el número de quienes acuden a pedir alimentos con respecto a los meses más duros de la pandemia pero «para los que quedaron aquí la situación es mucho más dantesca que antes», porque no tienen alternativa habitacional, ingresos o acceso a ayudas sociales o subsidios.
Es el caso de Manuela, madre de una niña de un año y tres meses que acude a por pañales, leche y comida para su bebé. Necesita ayuda para llenar la nevera y una casa donde poder vivir, ya que actualmente está de alquiler en un piso que no puede pagar.
Cristian es un joven que vive con su madre y su novia en la capital, y viene a buscar comida para su hija. El único ingreso que reciben es por un trabajo «pequeño y temporal» de su pareja.
«Estuve trabajando durante 9 meses de administrativo, llegó la pandemia y me quedé sin trabajo». A día de hoy se encuentra en constante búsqueda de empleo durante todas las mañanas de las que dispone algo de tiempo libre.
PROBLEMAS DE ABASTECIMIENTO
A nueve kilómetros al sur de la capital, en el barrio madrileño de Almendrales, la organización Manos Hacia la Humanidad organiza repartos de alimentos en los que participan a diario una veintena de voluntarios que no dudan en enseñar -muy orgullosos- la despensa que han podido recabar, gracias a la ayuda de la Fundación Banco de Alimentos de Madrid y donaciones particulares.
Tienen una cantidad de garbanzos, lentejas, leche, frutas y verduras que les va a permitir dar -al menos este mes- numerosa comida a cada uno de los 800 solicitantes mensuales distribuidos en 300 familias que están adscritos a la organización.
Pero Manos Hacia la Humanidad también tienen problemas de abastecimiento, tal y como reconoce su presidente Florentino Barceló: «muchas veces nos quedamos cortos».
Además, sostiene que en determinadas ocasiones se ven obligados a dar «menos cantidad de alimentos para alcanzar a los otros que faltan por repartir», algo que les pone «entre la espada y la pared».
Leonor está en la cola de este reparto esperando su turno, hace bastante calor y se resguarda como puede en un trozo pequeño de sombra que queda en la acera.
Necesita ayuda porque no tiene nada para comer. Le embargaron su casa de Parla y ahora no le dan el Ingreso Mínimo Vital (IMV) porque se lo deniegan por posesión de patrimonio.
«Pero si tengo la casa embargada por el banco… ¿Por qué sigue reflejado como de mi propiedad? Esa casa ya no es mía», afirma.
Germán viene a recoger alimentos para su hermana, que tiene cuatro hijas y no puede estar presente en el reparto. Ninguno de los dos hermanos tiene empleo, pero él reconoce que «a veces» encuentra trabajos esporádicos que les permiten salir adelante.
FUTURO INCIERTO
La Fundación Banco de Alimentos de Madrid, que atiende a 565 entidades benéficas de la Comunidad de Madrid, alerta de que necesitan más donaciones ahora que llega la época estival.
«Aunque la actividad económica vuelve, las cosas no se recuperan para todo el mundo a la vez», afirma Mila Benito, directora de marketing y comunicación de la Fundación, que reconoce que cubrir el gasto de la compra de los más vulnerables «significa que puedan llegar a fin de mes pagando otros recibos».
Los subsidios -Renta Mínima de Inserción, Ingreso Mínimo Vital, entre otros- son en muchas ocasiones insuficientes para afrontar todos los gastos, en especial en familias con presencia de niños menores.
«La crisis de la covid ha generado muchísima desigualdad. Todavía hay mucha gente a la que le va a costar trabajo salir adelante y seguirá necesitando ayuda», concluye Benito.
Ángel Herrezuelo Die