Letras como «Bonita», del colombiano J Balvin: «Y esto no para hasta que estés sin conciencia / hay que perder la paciencia y que sueltes las piernas» han levantado en el pasado protestas de colectivos feministas que han llegado a lograr la cancelación de conciertos.
Por ejemplo, en enero de 2016, en Ciudad Real se suprimió una actuación del rapero español Costa por rimas como «La pego y la araño, en el club o el baño / no voy a dejar de darte hasta que te haga daño», que, según sostenía el Colectivo Feminista de Castilla-La Mancha, «dañan la dignidad de las mujeres por su alto contenido violento».
Fueron paradigmáticas también las protestas contra el reguetón del colombiano Maluma: «Estoy enamorado de 4 babies / Siempre me dan lo que quiero / Chingan cuando yo les digo / Ninguna me pone pero».
La artista y activista Yolanda Domínguez consiguió decenas de miles de firmas para retirar el tema de circulación por hacer «apología de la violencia directa hacia las mujeres, las cuales son descritas como meros cuerpos sin valor, intercambiables y absolutamente disponibles al servicio del deseo sexual ilimitado de los autores».
Según explicaba en una charla Marta del Pozo, profesora y doctora de Derecho Procesal de la Universidad de Salamanca, «en tanto las mujeres se pliegan a los deseos sexuales de su pareja cuando ellos marquen, con o sin protección, estamos retrocediendo en lo que habíamos conseguido».
Tangana también vio cancelado un concierto en 2019 en las fiestas de Bilbao por letras como «hago que tu puta se empache, hago que se calle y se agache».
«Cuando escribo estoy intentando hacer arte y no estoy poniéndome en la piel de un educador, ni del presidente del gobierno, estoy intentando sacar algo que tenga una validez estética y que esté dentro de un discurso que a mí me represente y lo que yo pienso», aseguró en una posterior entrevista con Efe.
El exvicepresidente del gobierno, y entonces diputado, Pablo Iglesias aseguró al respecto que «el trabajo de los artistas, como la política, debe ser objeto de crítica, de sátira, de burla o de beef, nunca de censura», opinión que encontró eco en el exministro de Cultura José Guirao, que destacó que «la base de la creación artística está en la libertad de ideas y pensamiento, por lo que deberíamos dejar aparte que los creadores hagan su trabajo y que sea el publico el que lo refrende».
El debate sobre las letras machistas y de contenido sexual en la música urbana viene de lejos y ya en los años 90 se dejaban de radiar las canciones más explícitas del emergente movimiento del reguetón.
En Estados Unidos, ese tipo de contenido provocó que el Congreso promoviera las etiquetas en los CD con alertas para los padres sobre el contenido de las canciones, lo que redujo el contenido extremadamente sexual y agresivo de los temas con la meta de hacerlos atractivos a todo tipo de público.
Sin embargo, la demanda de temas «de la calle» seguía ahí y la respuesta fue el trap latino, que «ha sido imposible de controlar por los nuevos sistemas de distribución electrónica de la música», según explicaba a Efe en 2018 un exejecutivo discográfico que reconoció que las compañías habían perdido su poder de veto.
Ozuna y Bad Bunny, dos de los principales exponentes del subgénero de música urbana trap latino, afirman que es el público el que demanda ese tipo de letras.
Según la artista catalana de trap Bad Gyal, que usa el movimiento de nalgas como forma de empoderamiento, «no hay nada más feminista que hacer lo que te dé la gana y yo hago lo que quiero».
Otras artistas, como las valencianas Pupil.les, herederas de Mala Rodríguez o Gata Cattana, apuestan por el rap y el reggaeton feministas, «hartas de escuchar letras machistas en el panorama estatal e internacional que tratan a las mujeres como objetos».
LA FOTO DE TANGANA
En la fotografía que publicó en redes sociales se puede ver al cantante con diez mujeres, entre ellas las actrices Esther Expósito e Hiba Abouk, la modelo Jessica Goicoechea, la diseñadora Miranda Makaroff o la fotógrafa y pareja del músico, Rocío Aguirre.
Acusado de rancio y comparado con el que fuera alcalde de Marbella, Jesús Gil, y sus imágenes con modelos sumergido en un jacuzzi en un programa televisivo, el músico ha aludido a las supuestas similitudes entre su caso y el de Zahara con un montaje en el que se muestra a sí mismo con el rostro de la cantante y a las mujeres que le rodeaban con el de Tangana.
El promotor del ciclo de conciertos ‘Toledo Alive’Toledo retiró la semana pasada, a instancias del Ayuntamiento tras una queja de VOX, un cartel de Zahara vestida como la Virgen con un niño en brazos y con una banda en la que se podía leer «Puta», el nombre de su último disco. EFE
Marina Estévez Torreblanca